En la operación, los agentes detuvieron a dos hermanos con formación militar como presuntos autores del secuestro. Uno de ellos acababa de cumplir condena por matar a su mujer y el otro había trabajado en la misma empresa que el padre de la víctima, estaba en paro y tenía importantes deudas.
La Policía informó de que la joven fue apresada el pasado lunes cuando se disponía a coger su vehículo y estuvo retenida en un estrecho agujero de difícil acceso durante todo el tiempo que ha durado su cautiverio.
Los raptores solicitaron al padre, directivo de una importante empresa de la zona, 300.000 euros en billetes de 50 para su puesta en libertad e intentaron persuadirle para que no avisara a la Policía. No obstante, el empresario se puso en contacto con la Policía nada más recibir una llamada desde el teléfono móvil de su hija en la que ella misma le comunicaba que estaba secuestrada.
Acto seguido uno de los secuestradores le dijo: “Esté usted tranquilo, no le vamos hacer nada por ahora. El miércoles le volveremos a llamar. Tenga preparados 300.000 euros en billetes de 50. Como llame a la Policía se estropeará todo”.
A partir de ese momento se activó el protocolo de actuación establecido para secuestros y se desplazaron hasta Alicante policías especializados para iniciar las investigaciones.
Tras las primeras pesquisas, los agentes comprobaron que el secuestro había sido preparado meticulosamente y que la víctima había estado sometida a intensa vigilancia para determinar el momento y lugar adecuados para el rapto.
Los secuestradores pincharon una de las ruedas del coche de la joven para que no pudiera huir y aprovecharon la circunstancia para introducirla a la fuerza en otro vehículo.