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Jueves 14/11/2024
 

San Fernando

La Isla no es una ciudad flamenca, pero es que no se trata de eso

Macarena Ramírez y David Nieto ofrecieron un recital de baile antológico en el patio de la Escuela San José y los que no fueron se lo perdieron.

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Se quiere, se intenta, se trabaja en ello pero La Isla no es flamenca. Hay afición al cante, al baile, al toque. Es cierto. Pero no hay aficionados suficientes para mantener un cartel. Prueba de ello fue la reciente suspensión del festival organizado por la Peña Camarón. Prueba de ello son muchos ejemplos de poco público -un millar de personas viendo a Farruquito y familia, que es una primera figura, más los de protocolo- y el trabajito que cuesta llenar un espacio pequeñito. El Zaporito, por ejemplo.

Pero eso ya se sabía. Es igual que con los toros, que se cuentan con los dedos de la mano una plaza llena que no sea de entrada gratis. La plaza de toros más grande del mundo, le dicen.

Ocurrió con un espectáculo en el que iban a bailar, juntos y por separados, dos de los mejores artistas del baile. David Nieto y Macarena Ramírez. El primero de La Isla. La segunda, de Chiclana. Nieto, formado con la mejor y que tiene su propio estilo. E incluso arriesga, innova, se acerca al toro como nadie, además de tener unas cualidades excepcionales y un sentido de la elegancia exquisito.

Macarena llegaba de ganar el segundo premio de baile del Concurso Internacional del Cante de las Minas, uno de los más prestigiosos. ¿De España? Del mundo. E independientemente del currículo que acumulan los dos artistas, lo que son sobre un escenario, dos auténticos espectáculos en sí mismos.

Pues bien, el patio del colegio San José no estaba lleno. Porque La Isla no es flamenca. Sencillamente. Y ahora lo retomamos porque no es para tirarse de los pelos. Ni para hacerse el harakiri. Hay muchas ciudades que no son flamencas y tienen una gran industria flamenca. Luego lo vemos.

Dos artistas como Macarena Ramírez y David Nieto tenían que acompañarse de gente solvente y esos era Jesús Castilla en el cante -semifinalista en La Unión, dicho sea de paso- con Miguel Rosendo y Juan José Alba Marcial a la guitarra.

No hacía falta más para casi una hora y media de baile casi ininterrumpido. Los dos abriendo por tangos y luego David Nieto en solitario por guajira, para que Macarena le respondiera por farruca, vestida de hombre, que viene de donde viene, bordando el baile, los tiempos, los pies y los brazos... en una interpretación perfecta.

David Nieto por alegrías o aires de Cádiz, que en el cante se mete un poquito de todo. Transgresor, bailando con mantón, con gusto y gustándose y Carolina Ramírez en la caña, con traje de lunares blanco y nego y chaquetilla y mantón gris. Tocado el sombrero, elegante, precisa, haciendo eso que los dos artistas de la noche saben hacer tan bien: hacer sonar los tacones sin tocar las tablas. Es una forma de hablar, pero lo describe...

Fin de fiesta por bulerías. Los cinco en el escenario. La foto de Ignacio Escuín y un público pidiendo otra. Pero no hubo otra. Habían dado mucho. Muchísimo. Y los que no fueron se lo perdieron porque ver la grabación no es lo mismo que sentirlo allí.

¿Qué hubo malo? Las luces. Erráticas, sin medida, de la oscuridad al deslumbramiento. Eso no lo nota tanto el público como los que graban video y no saben si cambiar el diafragma o tirar la cámara. Pero de peores se ha salido.

Y vamos al principio. La Isla no es una ciudad flamenca. No tiene por qué serlo para conseguir lo que La Isla Ciudad Flamenca quiere conseguir. En Jerez no hay tantos jerezanos para llenar sus grandes festivales ni cumplimentar su amplia y variada oferta flamenca. En Córdoba, donde se celebra el gran concurso del que antes salían los cantaores con el laurel en la cabeza, no hay tantos aficionados para llenar todas las noches los recintos. Ni en Mairena. Ni en Bornos. Ni en Sevilla...

Todos esos concursos, festivales que se organizan viven de la gente que llega de fuera. Y ese es el objetivo de La Isla Ciudad Flamenca; el objetivo de Flamenco de la Isla. Traer gente. Venderse fuera. Poner cada año un poquito más para que venga gente a San Fernando porque la gente de San Fernando se va a Chiclana, a Cádiz, a Conil... De eso se trata. No de complacer a los que están. Sino de traer a los que no han venido... todavía.

Eso se está consiguiendo sin ayuda oficial, porque es mejor que no te ayuden cuando en realidad te ponen una soga al cuello. Y así es más difícil. Pero no imposible. Queda tiempo para que La Isla sea una ciudad del flamenco. Flamenca. Pero del flamenco que llegue de fuera. Que se sume al que hay.

¿Alguien pensaba otra cosa?

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