En líneas generales el XIX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) concluido hoy sirvió para definir a los líderes del régimen para el próximo lustro, pero también fijó a nuevos enemigos de éste, concretamente seis antiguos altos cargos convertidos ahora en conspiradores.
Si a la muerte de Mao Zedong en 1976 se culpó a la llamada "banda de los cuatro" (liderada por su viuda Jiang Qing) de generar el caos de la Revolución Cultural, en 2017 se ha señalado a una suerte de "banda de los seis", media docena de exlíderes con gran poder en la pasada década, acusados ahora de urdir un plan contra el régimen.
Fue en la víspera del inicio del Congreso, el 17 de octubre, cuando el portavoz del cónclave, Tuo Zhen, mencionó a los seis como destacados ejemplos de líderes corruptos contra los que el Partido Comunista ha combatido desde la llegada al poder del secretario general y presidente Xi Jinping.
"El Partido Comunista de China ha lidiado con casos significativos de corrupción, como los de Zhou Yongkang, Bo Xilai, Guo Boxiong, Xu Caihou, Sun Zhengcai y Ling Jihua", subrayó el portavoz ante cientos de periodistas.
Zhou y Bo ocuparon carteras ministeriales de gran importancia durante el anterior Gobierno del presidente Hu Jintao (Seguridad Pública y Comercio, respectivamente), mientras que Guo y Xu eran máximos responsables de las Fuerzas Armadas.
Sun era una ascendente estrella en el Partido e incluso figuraba en las quinielas como posible sucesor de Xi, mientras que Ling fue secretario personal del expresidente Hu.
Cuatro de ellos cumplen cadenas perpetuas por corrupción, mientras que Xu falleció de cáncer antes de ser juzgado, cuando ya estaba detenido y era investigado, y Sun ha sido recientemente expulsado del Partido Comunista para poner su caso en manos de los jueces.
Estos casos parecían no especialmente asociados unos a otros, y más bien ligados a meros delitos económicos como malversación o aceptación de sobornos, hasta que la semana pasada, en una de las reuniones del Congreso, el grupo fue acusado de preparar un golpe contra el PCCh.
La acusación partió de un destacado participante en el Congreso, el presidente de la Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China, Liu Shiyu, quien en una de las reuniones a puerta cerrada elogió al presidente Xi por "salvar al Partido Comunista" de la conspiración que supuestamente preparaban esos seis enemigos de la cúpula.
"Eran altamente corruptos y planeaban usurpar el liderazgo del Partido y el poder estatal", señaló Liu en declaraciones filtradas por el diario South China Morning Post.
"El liderazgo central, con el secretario general Xi como núcleo, salvó al Partido, al Ejército y el país durante los últimos años... salvó el socialismo", proclamó Liu.
La creación de un "bloque enemigo" contra el actual liderazgo del PCCh y del Estado revelaba la persistencia de luchas de facciones en el seno del Partido.
Luchas intestinas con las que el presidente Xi ha intentado acabar mediante una campaña anticorrupción que en sus cinco años en el poder ha castigado a 1,5 millones de cargos en su seno, entre ellos destacados representantes de facciones rivales a la suya.
En sólo un lustro al frente del PCCh, Xi ha castigado a 35 miembros del Comité Central que dirige la formación, el mismo número que los disciplinados en ese órgano desde la creación del régimen en 1949 hasta su llegada a la secretaría general en 2012.
El presidente chino no mencionó concretamente a estos seis corruptos en su discurso de inauguración del XIX Congreso, en el que sí destacó como un logro de su mandato la campaña anticorrupción, que en sus propias palabras "actuó con firmeza para cazar tigres, aplastar moscas y capturar zorros".
Es tradicional que en congresos y otros importantes plenarios del Partido Comunista de China se nombre y denigre públicamente a enemigos del sistema.
En el X Congreso del Partido Comunista de China de 1973, la entonces emergente estrella dentro de la formación Wang Hongwen dijo en un discurso en esas reuniones que las antaño personas de mayor confianza de Mao, Lin Biao y Liu Shaoqi (ambos ya fallecidos para entonces) eran dos malvados burgueses contrarrevolucionarios.
Ocho años después, el propio Wang y otros tres exlíderes conocidos como la "banda de los cuatro" fueron acusados en un plenario del PCCh de 1981 de ser los máximos responsables de la Revolución Cultural, "el peor revés sufrido por el país, el Partido y el pueblo desde la fundación de la República Popular".