El Jerez cofradiero saldó este lunes una cuenta pendiente con su propia historia al reunirse en torno de Cristo Rey para celebrar el anual Vía Crucis de las Hermandades. Durante años se había puesto en duda la conveniencia de que una imagen que plasma un pasaje evangélico previo a las estaciones de este acto piadoso pudiera presidirlo. De ahí quizá que en San José hubieran perdido ya toda esperanza en ver a su titular en el interior de la Catedral en la noche del primer lunes de Cuaresma. Cristo Rey presidió el Vía Crucis de las Hermandades de igual modo que se rezan ante una dolorosa los misterios gloriosos del Santo Rosario. Y no pasó nada más, ni nada menos.
La imagen de Tomás Chaveli partió de la escuela de San José pasadas las cinco de la tarde, cerrando un nutrido cortejo de cofrades de La Borriquita en el que no faltó la participación de los centros lasalianos. Cristo Rey se presentó sobre unas andas cedidas por la Hermandad del Nazareno de Huelva, a las que se incorporaron candelabros de guardabrisas de la Hermandad del Consuelo y la imagen de San Juan Bautista de la Salle que el Domingo de Ramos figura al pie de la candelería de la Virgen de la Estrella.
La cofradía quiso hacer un recorrido por el Jerez intramuros antes de hacerse presente en la Catedral. Ese itinerario llevó a Cristo Rey ante los conventos de las Mínimas y las hermanas de la Cruz, respectivamente. La música corrió por cuenta de la capilla musical Sonos Angeli, del quinteto de metales de la Agrupación Musical de la Clemencia y del conjunto vocal Ensemble Stella Maris.
Se echó la noche sobre Jerez y llegó el momento de que Cristo Rey accediera al interior de la Catedral. Allí fue recibido al filo de las ocho de la tarde por el órgano de Ángel Hortas, que interpretó la marcha Estrella lasaliana, de Andrés Muñoz. La Capilla Musical Catedralicia impregnó de solemnidad el desarrollo en sí del Vía Crucis, que estuvo presidido por el obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, y que siguió el modelo de quince estaciones propuesto por Juan Pablo II.
La solemnidad no se vio en esta ocasión perturbada por el trasiego de curiosos de otros años, algo que parecía ya inevitable en este tipo de actos.
A pesar de que la de este lunes no ha sido una noche especialmente fría, en el regreso de Cristo Rey a San José hubo menos público que en un itinerario de ida que había disfrutado de una temperatura bastante agradable.