La Academia de Cine de España ha decidido conceder a Jesús Franco, director, guionista, productor, actor, montador y músico, especialista en el género de terror erótico, el Goya de Honor 2008, galardón que recogerá el 1 de febrero durante la gala de entrega de XXIII Premios Goya.
Jesús Franco recibe este galardón por “su larga, rica y variada filmografía, así como por su absoluta entrega a la profesión”, según un comunicado de la Academia, en el que se asegura que el cineasta, nada más conocer la noticia, ha señalado: “estoy encantado, porque como nunca me he creído merecedor de nada, me parece un regalo precioso”.
Conocido también como Jess Frank, Clifford Brown o James P. Johnson, entre otros muchos seudónimos, y con más de 180 películas en su haber, Jesús Franco asegura en la nota que “es una alegría y un enorme honor. Nunca esperé ningún reconocimiento de mi carrera. Nadie me ha dado nada, sólo con mi primer mediometraje Sobre Pío Baroja (1959) me dieron muchos premios aquí y fuera de España”.
Jesús Franco, que rodó su primera película en 1959 con el título de Tenemos 18 años, “ha llegado a convertirse en los últimos años en un referente creativo y un ejemplo vital para varias generaciones de cineastas y aficionados dentro y fuera de nuestras fronteras”, según la Academia.
Reconocido internacionalmente como director de culto, tanto en Alemania y Francia como en EEUU, rodó en 2003 su última película Killer Barbys contra Drácula, secuela de la rodada en 1996 con el título de Killer Barbys.
Nacido en Madrid en 1930, Jesús Franco, tío del escritor Javier Marías, rodó su segunda película en 1961, Labios rojos, momento desde el que se vuelca en el género del terror, por lo que quiso rodar una adaptación de Los colgados, de Craven, pero la censura previa lo prohibió.
Había visto Las novias de Drácula y decidió llevar a los productores a verla, salieron encantados y decidieron realizar Gritos en la noche. Con esta película, Jesús Franco llegó a la conclusión de que si no hacía cine comprometido tenía que realizar un cine que le gustara y el expresionismo alemán le había entusiasmado desde siempre y se decidió por el cine de terror. Los encontronazos con la censura eran cada vez más frustrantes y decidió abandonar España para realizar Necronomicón en 1967.