El primer viernes de marzo viene marcado por la devoción a una advocación de muchísimo calado: la de Medinaceli. La imagen que se venera en la histórica parroquia de Santiago volvió a congregar a cientos de fieles, aunque las fuertes lluvias impidieron que se formara las ingentes colas que año tras año se suceden. No por eso dejó haber un numerosísimo tránsito de personas ante el rescatado. Su presencia en el altar mayor del templo facilitaba que los fieles se pudieran situar en los bancos sin necesidad de estar en fila. Era incesante el tintineo de las tres monedas por los tres deseos que según la tradición hay que ofrecer a la imagen, como tampoco cesaba el continuo secado del suelo por parte del servicio de limpieza dadas las inclemencias meteorológicas.
También la cofradía del Rescate cumplió con este culto por el cual se expuso de forma ininterrumpida a su titular en su capilla de la calle Agua. Los paraguas se detenían ante la puerta de este rincón de oración para contemplar a la talla de Castillo Lastrucci con sus atributos trinitarios. Las ofrendas en forma de velas iban llenando la capilla a sus pies.
La parroquia de Santo Tomás de Aquino acogía el triduo y besapié de Jesús de Medinaceli, titular de la hermandad del mismo nombre.