Los residuos siempre han sido un tema de preocupación entre la población, sobre todo los peligrosos. ¿Se ha mejorado en la gestión de estos recursos en los últimos años? “Se ha mejorado mucho en este aspecto respecto años atrás. El reciclaje es un tema de concienciación, pero sobre todo de educación”, explica Carlos Luins, presidente de Agresur, una asociación que vela por el sector de la gestión de los residuos y que comenzó actuando en Andalucía, pero que ya lo hace por toda España. Esta mejora social es gracias, en parte, a los ciudadanos, comprometidos y concienciados cada vez más con el proceso del reciclaje.
El presidente de Agresur considera que “el acto de reciclar se consigue a través del hábito familiar. Poco a poco las personas se van concienciando más de que este método es el más factible para la mejora de nuestro medio y si echamos la vista atrás, en años anteriores, el cambio a mejor es transcendental”.
Luins señala que este cambio se ha ido consiguiendo gracias a numerosos factores de entendimiento. Entre ellos se encuentran “la educación escolar, donde se inculca la importancia del reciclaje a los niños desde la escuela, o incluso las campañas publicitarias y de divulgación que organizan los medios de comunicación en este ámbito, ya que cada vez comparten más información sobre la transcendencia que tiene reciclar y de los numerosos beneficios que reporta a favor del medio ambiente”.
Éste tampoco olvida que a nivel empresarial “todos estamos caminando hacia un modelo de economía circular que ya en algunos países europeos está totalmente implantado, basado en el aprovechamiento de los recursos”. En este modelo económico, el reciclaje tiene un papel fundamental.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en España se generan más de ochenta mil toneladas de residuos al año. Los más comunes suelen ser papel, cartón, envases o chatarra. Existen residuos como las baterías de los coches, considerados altamente peligrosos por su alto nivel de contaminación. Aunque estos, tras pasar por las plantas gestoras de residuos, sufren un proceso de transformación, convirtiéndolos de nuevo en materias primas, pudiéndose reutilizar.
Uno de los grandes inconvenientes en este sector lo ha sufrido un residuo como el cobre. El problema ha residido en la oleada de robos de este material de los cableados de multitud de ciudades, en parte, debidos a la crisis económica y viéndose motivados, aún más, por el alto precio del cobre en el mercado. Carlos Luins confirma que “el descenso de hurtos ha sido enorme, hasta el punto de que a día de hoy podemos decir que no existen casos de robos de cobre”.
Para llegar a este punto ha sido necesario “modificar la normativa existente en control de materiales recepcionados e implatar una nueva ley de exportaciones bastante dura”. Aunque, sobre todo, la clave ha estado en “aumentar las medidas de seguridad adoptadas en nuestras plantas con el fin de evitar que nos llegue este material de procedencia ilícita”.
El endurecimiento de la ley se traduce en infracciones administrativas, que son las más comunes, oscilando entre los 300 y el millón de euros. Algunas de estas infracciones pueden ser un error en el etiquetado, o que la empresa gestora de residuo deje un material peligroso más tiempo del establecido en su planta. Si el delito es considerado como de gravedad para el sostenimiento del medio ambiente, la sanción podría ser incluso penal, lo que conllevaría a penas de prisión para el autor del hecho, aunque éstos son menos frecuentes.