Producir piel para sustituir la de una persona quemada es “fácil, como una receta de cocina” y en unos veinte días puede estar lista para atender las necesidades de personas que han perdido la propia en un incendio, por ejemplo.
Evidentemente, no es tan fácil y el propio profesor Antonio Campos Muñoz, catedrático de Histología de la Universidad de Granada, Hijo Predilecto de San Fernando y un magnífico -y apasionado- comunicador lo transmitía en su conferencia Piel artificial, del laboratorio a la clínica.
Los que hablan con esa sencillez como si tuvieran en las manos cosas sencillas son aquellos que han pasado toda una vida estudiando para, prácticamente, crear cosas nuevas. La receta de cocina es el enunciado de muchos años de trabajo, el final. O el principio para mejorarla. Porque la que se hace actualmente es mejorable.
La vida de Antonio Campos ha sido un camino de investigación constante basado en una frase de Ramón y Cajal: No hay cuestiones agotadas, sino hombres agotados en las cuestiones. Y no es su caso.
Los distintos estudios salpicados de histos históricos que se pueden anotar en su haber y en el de los equipos en los que ha trabajado y los que ha dirigido, han llevado a sumar este último logro que está consiguiendo recuperar una razonable calidad de vida a personas víctimas de un incendio o afectados por cánceres de piel.
Sin entrar en los vericuetos científicos de cómo se produce piel y dejando a un lado que lo que se persigue ahora es que esa piel transpire e incluso tenga vellos -y sólo pensarlo se ponen de punta- lo que explicaba Campos son las complicaciones burocráticas que tiene un proceso de investigación antes de poder aplicarse un descubrimiento en un ser humano.
Obviamente, ese proceso complicado, inquisitorial incluso de organismos y científicos, es necesario para asegurar los éxitos futuros o al menos para abordar lo cometidos con más garantías, aun a costa de que algunos no puedan llegar a tiempo de salvarse.
El gran mensaje de Campos Muños, no obstante, fue más general y de una importancia capital. El hombre había comenzado a curar con cálulas y eso significa entrar en una nueva era de la que todavía no se pueden extraer conclusiones pero que va a marcar el futuro de la Humanidad.
Todo esto fue después de que la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando inaugurara el martes en el Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León la exposición Ramón y Cajal y la Escuela Española de Histología, una muestra que recoge tanto el pensamiento como la obra y el reconocimiento del Nobel español de obligada lectura para todos los especialistas.
El presidente de la Entidad, Jose Enrique de Benito Dorronzoro, fue el encargado de presentarla y el catedrático de Histología de la Universidad de Granada, Antonio Campos Muñoz, el encargado de glosar los méritos del investigador español. La exposición estará abierta al público hasta el 4 de mayo.