Andan muchos amigos míos preocupados, no sin falta de demasiada razón, por el aluvión neo-fascista del que estamos siendo espectadores en estas últimas semanas, una riada de declaraciones extraídas de los primeros capítulos de Cuéntame, baños de multitud en plazas de toros y codazos por aparecer juntos en las manifestaciones más vintage de la España más rancia. Mi preocupación, aunque existe, es menor: son tres partidos revolcándose en el contenedor de basura azul, repartiéndose un botín escaso y del que yo me guardaría de tener como compañero de militancia.
Lo que realmente me hace devanarme los sesos es la llamada a las urnas el 2 de Diciembre, una llamada que ha tenido la misma trascendencia mediática que un azucarillo al caer en una piscina olímpica. Porque, a fin de cuentas, somos un laboratorio electoral de prueba y ensayo, un incruento Gernika en el que los partidos centralistas testean estrategias, eslóganes, discursos. Tenlo claro: andaluz, eres una cobaya.
No a mucho tardar, nuestras calles verán el desfile de las grandes figuras de la política española y españolista. Desgranarán discursos sobre la unidad patria, cuando aquí jamás la hemos puesto en peligro, cuando no somos más que el pegamento común que, una vez expoliado, ha servido para dar unidad a un cuerpo cultural único inexistente. Nos hablarán del peligro bolchevique que se avecina, de las checas y del estalinismo, cuando aquí podemos dar lecciones sobre explotadores con zahones y a caballo, cunetas y desbandás. Vendrán a enseñarte como hacer las cosas bien, maestros del renuncio con la misma credibilidad que un futbolista besando el escudo de su nuevo equipo, advenedizos que se pegan al sol que más calienta. Querrán venderte 40 años de éxitos, cuando han dilapidado hasta el último céntimo en perpetuarse en el poder, robando la esperanza de millones de andaluces de vivir en una tierra próspera y de oportunidades.
No te hablarán del Corredor Mediterráneo, el PTA, el puerto de Algeciras, Astilleros, el Metro, la Sanidad, la Educación. No te contarán como sacarte de la cola de Europa, porque ahí es donde nos quieren, ni más arriba, para no resultar incómodos, ni más abajo, porque es imposible. No nos salgamos del papel que nos han asignado, no se nos vaya a ocurrir exigir un mensaje y un discurso propio, diferenciado, autóctono, con acento andaluz. Tú, en tu papel. Cobaya.