“Los asesinados no perdieron la dignidad. Somos nosotros los que tenemos que recuperarla”. Así se expresaba José Luis Gutiérrez, miembro de la plataforma por la Memoria Histórica, que atendía en el pasillo del Palillero a uno de los familiares que se había acercado para que le sacaran muestras de ADN que serán cotejadas con los restos de represaliados y asesinados hallados en el Cementerio de San José.
Dignidad, derechos humanos, raíces, duelo, calvario, pasado o memori. Son algunas de las palabras que salen de las historias de quienes se acercaron nerviosos y con la boca seca por las instalaciones municipales. Allí les esperaban para recoger con un bastoncillo de algodón (una torunda) saliva de la cavidad bucal. Lo realmente importante de esta muestra no es la saliva en sí, que está formada principalmente por agua, sino las células epiteliales que se encuentran en las mucosas. El bastoncillo se guarda en un tubo estéril y así se preserva el ADN hasta que se estudie en la Universidad de Granada, que es al lugar que se remitían el mismo miércoles.
Este es un paso más conseguido por la plataforma de la Memoria Histórica que lleva bastantes años trabajando para “llevar a la opinión pública la situación de las personas asesinadas y de las que permanecieron en el Cementerio de San José, con actos de sensibilización, propiciando la investigación y buscando la aclaración de qué personas estaban enterradas en sepultura o en una de las fosas comunes”.
En la actualidad, en las dos fosas comunes hay 214 personas asesinadas, 81 de las cuales están sin identificar, pero “del resto sí sabemos, y hemos contactado con una treintena de familias, de las que un porcentaje son de Cádiz capital, otros son de la provincia e incluso de fuera del entorno andaluz, puesto que son personas que fueron juzgadas en consejo de guerra y posteriormente asesinadas en Cádiz”, explica José Luis Gutiérrez, quien indicaba que hay familias de Toledo, Extremadura, Setenil o Grazalema.
Todo este trabajoso proceso parece que avanza y ofrecía un halo de esperanza a aquellos que se acercaron al Palillero buscando la luz al final del túnel. Para el portavoz de la plataforma por la Memoria Histórica, las labores que se vienen desempeñando deben continuarse por hacer valer los “derechos humanos”. Independientemente de la política que haya en la Junta, “vamos a seguir trabajando porque se culmine ese proceso de exhumaciones en Andalucía”. Antonio Chico, recordó que en fosas comunes quedan unas 200 personas y en sepultura alguna más. “En eso estamos: en conseguir identificarlos a todos”. Recordó el terror y el miedo de los familiares, en una primera fase, que no querían contar su vida y que a día de hoy aún les cuesta incluso hacerse las pruebas.
Descripción del trabajo
La plataforma insistió durante años ante el Ayuntamiento de Cádiz para que comenzaran con las exhumaciones enel Cementerio gaditano, así como para que se afrontaran las tareas de intervención tanto en sepultura como en fosa común. Este jueves, tas pasar “muchos años de calvario” para poder recuperar los restos, se entregan los de Dionisio Aretxabala Ulazia, ciudadano vasco, enterrado en el Cementerio de San José a sus familiares, según explicó Antonio Chico, portavoz de la plataforma por la Memoria Histórica.
Fue a finales de 2015 cuando a través de la Dirección General de Memoria Histórica de la Junta, con Cemabasa, se ponía en marcha un proyecto que propició en una primera fase de intervención que se recogieran restos de 16 personas represaliadas. Tras cinco meses de trabajo, se encontraron, según José Luis Gutiérrez, una decena de restos que se enterraron en el Mancomunado de Chiclana, al no localizar a los familiares. Posteriormente, “el Ayuntamiento emprendió el trabajo en la zona que estaba sin intervenir arqueológicamente”.
Se actuó en el Patio 1 del Cementerio de San José, donde están la Fosa Común Norte y la Fosa Común Sur, puesto que “no había una fosa dedicada a las personas asesinadas por los golpistas”. En el primer semestre del pasado año, se acometía este trabajo para el que se hicieron unas catas y empezaron a aparecer restos de represaliados porque “la Fosa Norte, que ya estaba abierta, se había colmatado en el otoño del 36 y eso ha facilitado las labores de exhumación”.
La plataforma, aunque está inquieta porque pasa el tiempo, confía en que “el Ayuntamiento gaditano siga adelante con los trabajos en las exhumaciones”.
Porque “los duelos se cierran cuando las familias saben dónde están sus antepasados, cuándo pueden recuperar las raíces. Es una cuestión que va más allá de lo meramente físico o emocional, es mental”, explicaba el portavoz de la plataforma. El hecho de que Cádiz, que tiene a más de 200 personas asesinadas en su terreno, permita que estas familias puedan cerrar su duelo y disponer de sus restos de sus familiares, la engrandecería como ciudad. No es una cuestión de rentabilidad, es algo tan importante como la “propia dignidad de la sociedad”.
"Fue un milagro que nciera. De ahí su nombre"
Antonio Ríos Sánchez fue una de las personas que se pasaba en la jornada del miércoles por la delegación municipal de Salud del Ayuntamiento, en el edificio del Palillero, donde se estaban practicando las pruebas para cotejar el ADN de familiares de represaliados y asesinados con los restos hallados en el Cementerio de San José.
“Encontré el nombre de mi abuelo de manera casual. Estuve trabajando en Francia y por un asunto personal me tuve que poner al día en las nuevas tecnologías”, explicaba Antonio. De repente, un día localizó el nombre de su abuelo en el listado que se hizo público sobre los restos aparecidos en el Cementerio de San José, dentro de la campaña de divulgación que viene realizando la plataforma, tanto en Cádiz capital como en otros municipios de la provincia.
Antonio sólo contaba con el testimonio de su abuela y a partir de haberse puesto en contacto con la plataforma y recibir la documentación, pudo saber que “a mi abuelo lo pillaron en la batalla del Ebro, en Villalba de los Arcos, y estuvo encerrado en Santa Catalina creo que doce meses y medio. Lo pillaron en 1938, lo metieron prisionero y seis meses después de la guerra, en 1939, lo fusilaron. Ahora quiero recuperar los restos para darle toda la dignidad”. Su madre recibió el nombre de Milagros y nació en Granada porque mi abuela “huía en la conocida como Desbandada de Málaga y fue un milagro que mi madre naciera”.