Así se manifestó el agente cuando el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid le mostró una imagen en la que se ve al soldado profesional Estébanez con una sudadera de una marca que, según varios testigos, “es la que llevan los neonazis en Madrid” y por la que Palomino le preguntó justo antes de ser agredido.
Además, en la tercera sesión del juicio declararon los dos policías municipales que detuvieron al acusado en la calle cuando éste era perseguido por un grupo de jóvenes antifascistas al tratar de huir de la estación de metro de Legazpi, donde había tenido lugar el apuñalamiento.
Según declararon, Estébanez, para el que el fiscal pide 29 años de cárcel, les pidió auxilio y les dijo: “Ayudadme, por favor, que estos guarros me quieren matar”, por lo que los agentes intentaron protegerle ya que empezaron a “llover golpes y patadas” de la “multitud” que le perseguía, mientras el acusado repetía que él no había hecho nada.
Preguntado por la defensa de Estébanez si la vida de éste corrió peligro, uno de los policías afirmó que así fue, aunque señaló que comprendía “la ira de esta gente, ya que acababan de matar a su amigo”, y subrayó que no vio que llevaran armas.
Ambos han coincidido en que cuando Estébanez corría hacia ellos arrojó debajo de un coche un objeto que hizo “un ruido metálico” al caer, lo que les hizo pensar que podía tratarse del arma con la que cometió el crimen, aunque cuando volvieron a buscarla no la encontraron.