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Lunes 18/11/2024
 

La tribuna de Viva Sevilla

Juego de Tronos en la Universidad

La profesora Rosario Moreno Soldevila explica las razones de la organización de un congreso sobre la serie televisiva Juego de Tronos en la UPO.

Al leer este título usted puede haber pensado que en estas líneas encontraría un relato de intrigas por el poder en el seno de la Universidad, de luchas por ocupar el Trono de Hierro de un Rectorado, de las cualidades que debe tener quien desee ser “mano del Rector” o “la Rectora”; o tal vez haya equiparado en su mente la amenaza del invierno inminente y desolador con el horizonte aciago al que se enfrenta la Universidad, pertrechada como Invernalia para resistir, sin mucha esperanza pero con emocionante heroísmo, el enfrentamiento final con unos enemigos implacables y letales.

Hasta tal punto la ficción televisiva y la saga literaria en la que se sustenta han entrado en el imaginario colectivo, especialmente en el ámbito político, que cuando hablamos de Juego de Tronos no pensamos en el objeto cultural en sí, sino en una panoplia de temas y cuestiones que nos afectan, atañen y preocupan a todos. Juego de Tronos se ha convertido así en una poderosa metáfora, en un señuelo atractivo, en un lenguaje compartido.

Tal vez eso fue lo que en el fondo nos movió a cuatro profesores universitarios a organizar un congreso internacional sobre el fenómeno televisivo y literario, para estudiarlo y analizarlo desde los variados y complementarios puntos de vista de las Humanidades. Los ingredientes para una serie de éxito parecen estar claros: un buen guion, una buena dirección y producción, una factura técnica solvente (¡y carísima!), una banda sonora memorable y un elenco sencillamente espectacular.

Por su parte, Canción de Hielo y Fuego, la saga literaria de G.R.R. Martin, es una lectura riquísima, llena de matices, alejada de maniqueísmos, que combina realismo y fantasía en dosis equilibradas, que mantiene a los lectores en suspenso y expectación. Si algo nos enseña la literatura universal, la tradición clásica, ese hilo fino, largo y resistente, que vincula a Odiseo con Arya Stark, a Julio César con Jon Nieve (a través del tamiz de Shakespeare), la venganza contra los Frey con el horrendo banquete de Tiestes, la toma de Troya con la destrucción de Desembarco del Rey, o los inútiles esfuerzos de Tyrion con el fallido intento de control del poder y las pasiones por parte del sapiens de las tragedias de Séneca, es que el paso de los siglos, el sucederse de las épocas, no ha cambiado en lo esencial los temas que nos preocupan como seres humanos. Nihil novum sub sole.

Como estudiosos de ese legado cultural, que se reescribe y retroalimenta, que se amolda para responder a nuevas inquietudes, los filólogos e historiadores, entre otros especialistas de las Humanidades, tenemos las herramientas para desentrañar sus claves. Antes, durante y después del Congreso, que se celebró hace un mes en las dos universidades públicas sevillanas y que contó con la presencia de cuarenta especialistas de todo el mundo, colegas y periodistas nos preguntaban cómo se nos había ocurrido abordar semejante fenómeno de masas desde un punto de vista académico, introducir a Cersei Lannister y Daenerys Targaryen en la Universidad.

Si fuéramos pedantes habríamos respondido, no sin sorna, como aquel personaje de una comedia de Terencio: Homo sum, humani nihil a me alienum puto. Como estudiosos de aquello que nos hace humanos (el arte, la literatura, la cultura, el pensamiento), de lo que nos ha hecho humanos en el devenir histórico (con sus luces y sus sombras), todo nos atañe. Con el mismo rigor con el que abordamos el estudio de la Antigüedad, consideramos que tenemos mucho que decir sobre cómo el pasado configura nuestro presente.

Mucho es lo que hemos aprendido en estos días desde un punto de vista académico, pero si alguna lección hemos sacado es que una mayor formación, un conocimiento más profundo y amplio de nuestros presupuestos culturales, un universo de lecturas más completo nos hace espectadores y lectores más capaces de apreciar y disfrutar, de relacionar y comprender lo que vemos, lo que leemos y el mundo en el que esos productos surgen para dar respuesta a sus interrogantes y para generar nuevas preguntas.

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