Periodista vocacional, de oficio, ha tenido a la radio como compañera fiel durante 37 años, compaginando su profesión en Radio Jaén Cadena Ser con el mundo de las artes, como promotor cultural en la ciudad y su provincia, siendo hoy un reconocido exponente de la defensa de la cultura.
Pedro Melguizo (Jaén, 1957) habló por primera vez ante un micro radiofónico en el año 1975 y sus inicios estuvieron marcados por la música. “La música la he tenido metida en vena desde pequeño”, reconoce. En 1978 formó parte del primer concierto de rock organizado en Jaén tras la Dictadura ( (‘Imán. Califato Independiente’ y ‘Tabletom’).
Empezó en programas de música especializada, coordinó Los 40 Principales, fue jefe de informativos, la voz del Hoy por Hoy en Jaén y en la actualidad se presenta como un “prejubilado feliz”. Dice: “La radio me ha dado la oportunidad de aprender, conocer mundo y la propia ciudad, además de expandir mis gustos musicales. Es un medio que engancha a personas inquietas y curiosas”.
Sin embargo, muestra preocupación por la radio que se hace hoy, no ajena a un “engendro maravilloso y a la vez diabólico como son las redes sociales”, un mundo digital que “está provocando una enorme transformación”, que fomenta “una información con avalancha de titulares, muchos falsos, en una expansión irreversible y extremadamente preocupante”.
En 1981 parió el Lagarto Rock, que dirigió durante 32 años, un festival que murió por “inanición”. A sus 62 años se plantea recuperarlo, “dándole la vuelta”, no ciñéndose únicamente al rock o al pop, sino abriéndose “a la música urbana, a las nuevas variantes musicales”.
Ha puesto en marcha proyectos en la ciudad como el Festival Internacional de Jazz de Jaén. “Descubrir el jazz fue mi gran apertura mental”, dice. Ahora codirige el espectáculo ‘Jaenia. El folklore del paraíso’. “Jaén está en el mundo. Nos encanta lo lejano y no somos capaces de mirar la belleza, la cultura y el arte cercano. En Jaén somos expertos en homenajear a los muertos y hay que homenajear a los vivos, reconocer pronto el talento cultural”, recomienda.
Melguizo dirige los Encuentros Étnicos de la Sierra Sur ‘Etnosur’, que comenzó como un festival gratuito multidisciplinar de autor para mostrar el planeta y que hoy ha evolucionado “en volumen”, habiendo clausurado este fin de semana su 23ª edición. “El 80% de los contenidos de hoy día ya estaban en la primera edición. Sigue vigente como un festival ideológico, que transmite valores”, dice. Agradece al Ayuntamiento de Alcalá la Real que en 1997 apostara por una idea “rara y diferente”. Dice: “Es para que le den un premio, por apostar por la cultura, que es lo que tienen que hacer los ayuntamientos, pero que raramente hacen”.
Y así considera que ha ocurrido en la capital. “La ciudad bulle más de lo que pensamos a nivel creativo y artístico. Su enorme desgracia es que no ha tenido una política cultural, ni adecuada ni inadecuada. El desarrollo cultural se ha planteado en función del político que ha llegado. No tiene un evento fuerte que la defina. Sólo queda un Festival de Otoño muy mediocre, que no tiene de original ni el nombre”, apunta. La solución a esta desgracia pasa por “un imposible”, éste es, “que haya gente preparada, profesionales al frente de la Cultura”.
No se plantea el salto a la política, sí una “colaboración humilde” para sumar a la ciudad en lo cultural. “Soy hombre de ideología y en la política priman muchos intereses antes que la ideología”, espeta. “Me gustaría contribuir a poner en marcha el evento cultural potente que esta ciudad no tiene”, dice, proponiendo la celebración de una Expoliva Cultural con los países productores de aceite. “Daría un sello propio a la ciudad. Vincularíamos el aceite a una cultura transversal y universal”, avanza sin desvelar más.
De su labor como promotor cultural valora la “retroactividad” que se produce entre quienes organizan y quienes lo disfrutan. “El hecho cultural en sí mismo es lo gratificante”, dice un hombre que ha aprendido que “en cualquier parte del mundo hay manifestaciones artísticas maravillosas”.
Hombre inquieto, cada vez “más gamberro culturalmente”, apuesta por ser “internacionalista”, para abrir ventanas, confiando en la Cultura como “una forma de hacer mejores personas”.