Más de diez mil personas pasaron o a lo largo de toda la jornada del sábado por la Feria de la Fe, organizada por la Diócesis de Jaén como clausura al Año de la Misión diocesana. La mañana comenzaba con una oración en el pabellón semicubierto de Ifeja. La Virgen de la Cabeza y el Santo Rostro encabezaban la procesión de entrada a la que seguían medio centenar de sacerdotes y el Obispo diocesano. Más de 500 voluntarios se repartieron por el medio centenar de estands para garantizar el éxito de la feria. Tras la oración de recibimiento, el obispo, Amadeo Rodríguez, recibió a las autoridades locales y provinciales, entre ellas el presidente de la Diputación,Francisco Reyes, el alcalde de Jaén, Julio Millán y la subdelegada del Gobierno, Catalina Madueño, que recorrieron algunos estands de la feria. Todas las realidades de la Iglesia que peregrina en esta tierra de olivares estuvieron presentes en esta Feria de la Fe, que pretendía convertirse en un escaparate de como late el corazón del pueblo cristiano. Como si de un pueblo se tratara, las distintas delegaciones, secretariados y servicios de la Iglesia estaban divididos en distintos barrios y zonas: a lo largo de su recorrido, los visitantes descubrieron cómo es el día a día de la Iglesia.
Stands de instituciones tan conocidas como Cáritas o Manos Unidas y otras de nueva creación p como “La Parroquia Misionera”, “El Catecumenado”, o “la Pastoral de la Discapacidad”, así como las delegaciones como Catequesis, Enseñanza, Juventud, Infancia y Adolescencia o Familia. Desde todos los puntos geografía de la provincia llegaron autobuses. El obispo de Jaén, Amadeo Rodríguez, hizo un largo recorrido por todos los stands, haciéndose fotos con todos los que se lo pedían, bailó con los miembros de del Secretariado de Familia y Vida, asistió a trucos de magia y cogió el romero que le ofrecían desde el Servicio de Santuarios. Una multitudinaria Eucaristía fue la conclusión de una gran fiesta de la alegría de la fe. En el fin de semana del Domund, el obispo recordó que ahora comienza la Misión permanente de cada uno de los creyentes, de las parroquias y las comunidades.