Así lo creen sus directores, Antonio Naharro y Álvaro Pastor, y también Lola Dueñas y Pablo Pineda, las dos conchas de Plata a mejor actriz y actor de la pasada 57 edición del Festival de Cine de San Sebastián que ayer presentaron la película en Madrid.
“Yo, también es una película de verdad y retrata la realidad”, destaca Antonio Naharro quien cree que el público va a “encajarla” bien. “Cuando una película está tratada con cariño, cuidado y con personalidad, creo que la realidad interesa”.
Pese al augurio de éxito en taquilla, Naharro y Pastor confiesan estar “sobreabrumados con tanta atención” y recuerdan que ha sido un trabajo duro de cinco años durante los cuales no convencieron a casi nadie para que invirtiera en el proyecto. “Nadie veía que el tema podía ser comercial”, dice Naharro.
Así, aseguran, recurrieron a la “buena voluntad” de gente para la producción como Julio Medem, que tiene una hija con síndrome de Down, pues “el proyecto pese a tantos noes tenía que salir”.
Y lo que salió en Yo, también es la historia de Daniel, un joven sevillano de 34 años que, tras convertirse en el primer estudiante europeo con síndrome de Down, comienza a trabajar en unas oficinas de la Administración.
Allí conoce a Laura, una mujer divertida y solitaria que no quiere hablar de su vida pasada en Madrid y que por las noches busca compañía fácil. Ambos iniciarán una relación de amistad que se convertirá en problema para ambos cuando Daniel se enamora de Laura.
Y es que aunque no pretende “abogar” por las relaciones mixtas entre personas “normales” y “Down”, Yo, también habla de “amor sin barreras”, un amor “muy difícil”, dice Pablo Pineda, quien cree que en la realidad las chicas no quieren complicarse más la vida con alguien con síndrome.
En ese entramado de convenciones sociales y laborales irrumpe la relación de Daniel y Laura, un “regalazo” de papel, según subraya Lola Dueñas. “Nadie me había dado un papel tan bueno nunca”, asegura.
Para Dueñas, ganadora de un Goya por Mar adentro, el trabajo con Pablo ha sido especial pero no tanto porque fuera síndrome de Down sino porque no es actor, una experiencia que considera “muy interesante” pero que ha echado de menos la presencia de compañeros en el rodaje y “la cañita de después”.
Precisamente, el reparto, formado por personas con síndrome de Down como la hermana de Naharro, es lo que confiere realidad y verdad a toda la película y hace, en palabras de Dueñas, que “se junten vida y cine, algo muy potente para la historia”.
También cree Pablo Pineda que esta veracidad con valores y sentimientos de personas síndrome de Down va a identificar a espectadores con síndrome, a los que anima a verla. “Les digo que vayan a ver la película –dice–, porque les va a gustar y porque se les da voz a quien nunca la ha tenido”.