De nuevo logró conectar con el público la comparsa de Fran Quintana, que volvió a cumplir en la presentación cantando con fuerza y avisando que Cádiz tiene un límite, "hasta que se acabe la paciencia".
El primero de los pasodobles tuvo una importante carga emotiva. La letra, dedicada a un pequeño enfermo y escrita desde el punto de vista de la madre, logró arrancar una sonora ovación del teatro gracias a la sensibilidad en el comienzo de la tanda. El segundo, aún de mayor nivel, fue dedicado al alcalde de la ciudad porque, aunque sea "uno de los nuestros", si no cumple con los deseos de los gaditanos y con el resurgir de Cádiz "será un fracaso".
El primero de los cuplés, en cambio, fue al tipo y, hablando con los pescados, éstos les ponían pegas y ellos avisan de que "yo acabaré en el cajón pero tú frito o empanado". El segundo fue para su mascota "Cachuchi", también al tipo. El popurrí cerró una más que aceptable actuación de una agrupación que debería volver a cantar, al menos una vez más, en el Gran Teatro Falla.
