En estos días en los que vemos tan difícil, tan lejano e inalcanzable, poder viajar, no se me ocurre mejor forma de apaciguar el síndrome de abstinencia que sumergirme en un buen libro que ya decía San Agustín que el mundo es un libro, y quienes no viajan solo leen una página. Y ha venido a mis manos Viaje a la Grecia clásica. Del monte Athos a Termópilas, del que es autor el historiador valenciano Antonio Penadés.
La primavera de 480 a. C., el rey persa Jerjes encabezaba el mayor ejército terrestre jamás reunido hasta entonces. Acababa de cruzar el Helesponto y, una vez en Europa, se disponía a recorrer las regiones de Tracia y Macedonia con el apoyo de su impresionante flota. Jerjes pretendía vengar las afrentas que los atenienses infligieron a su padre, el rey Darío, y además deseaba incorporar los territorios griegos a su inmenso imperio asiático. Pronto llegaría a Esparta la noticia de que la flota de Jerjes había atravesado el istmo de Athos, al norte de Grecia, mediante la excavación de un canal de 2 kilómetros de longitud. Semejante exhibición de fuerza hizo que el rey espartano Leónidas decidiera entregar su vida y la de su guardia personal para retener al ejército invasor en el paso de las Termópilas, la puerta natural de entrada a Grecia central. En este libro Antonio Penadés sigue el itinerario del ejército de Jerjes y narra de un modo vivaz su paso por Alexandrópolis, Dorisco, Abdera, Kavala, isla de Tasos, Filipos, Drama, Anfípolis, Estagira, canal de Jerjes, Ouranópolis, Olinto, Potidea, Casandra, Tesalónica, Pella, Goumenissa, Idomeni, Edessa, Naoussa, Vergina, Díon y monte Olimpo. Un viaje en solitario que alcanza momentos muy intensos, sobre todo en la frontera de Idomeni y en el monasterio de Iviron, en la península teocrática de Athos, donde los monjes ortodoxos viven igual que en plena época bizantina. El recorrido culmina en las Termópilas, donde se dio uno de los pasajes más épicos de la historia de Occidente.
Un viaje desde el presente al pasado, un viaje que sucede con tan solo girar una página pero que es capaz de sembrar en nosotros el afán de aventura, la necesidad de volar tan lejos como podamos para impulsarnos hacia nuestras raíces más hondas, en busca del conocimiento y de la verdad.