Hay tres grandes razones por las que las cucarachas se ven atraídas: la comida, los lugares oscuros y húmedos donde anidar, y la basura y su olor. Hay otra plaga que produce la misma desazón a la vista y que se siente irrefrenablemente impelida a asomar en cuanto ven un arcoiris.
Es verlo y sentirse hechizados, deslumbrados ante tal amalgama de colores, cautivados de manera tan fuerte e irrefrenable que salen de sus guaridas en tropel, blandiendo sus consignas contra la progresía y la diversidad.
Cuando el arcoiris apareció en los buzones y en las furgonetas de Correos, comenzaron a alzar la voz, acusando de despilfarro en ideología sectaria, y afirmando que no hay dinero para respiradores o ERTEs, mientras que sí lo había para esta campaña. Habría que decirles que la condición sexual no es una ideología, y que las campañas, como las de la DGT para prevenir accidentes, no se hacen con afán económico, sino como una forma de concienciación social. Pero es que, además, en este caso, una inversión de 12000 euros ha traído un impacto económico de medio millón de euros.
Ahora vuelve a aparecer la bandera en los balcones de algunos ayuntamientos, y como era de esperar, la plaga vuelve a asomar. Esa bandera no nos representa a todos, dicen. Aunque sí que debería hacerlo. Sus colores no solo muestran la existencia de un colectivo que lucha por sus derechos, sino que manifiestan la necesidad de que todos trabajemos en pos de ese objetivo. Porque a nadie se le da una paliza por su condición de hetero, ni se dejan pintadas en las paredes amenazando de muerte a los heteros.
Algunos se ríen de que se pinten con sus colores los pasos de peatones, y se preguntan si ellos, desde su heterosexualidad, pueden cruzar por ellos. Habría que preguntarles si tienen la misma duda en los semáforos, puesto que éstos sólo permiten cruzar a peatones verdes.
No hay equidistancia posible: o estás con la defensa de los derechos civiles de todos los ciudadanos, o estás con los que los miran con asco, los que tuercen la boca con repulsión, los que ven bien que cada cual ame a quien quiera, pero en su casa, sin que nadie pueda verlos, no sea que se contagien sus hijos.
Para el coronavirus no habrá aún un control definitivo, pero para la homofobia lo hay. Ponga una bandera arcoíris y los detectará ipso facto. Mano de santo.