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Miércoles 27/11/2024
 
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Rouco apela al olvido basado en la ?reconciliación y el perdón?

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, apeló ayer al olvido basado en ?la reconciliación y perdón? para alcanzar ?una auténtica y sana purificación de la memoria?.

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  • El presidente de la CEE, el cardenal Antonio María Rouco Varela. -
  • En el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española
  • Asegura que es necesario para alcanzar ?una sana purificación de la memoria?
  • Respecto a la crisis, afirma que es necesario reflexionar sobre sus ?orígenes morales?

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, apeló ayer al olvido basado en “la reconciliación y perdón” para alcanzar “una auténtica y sana purificación de la memoria”.

 

“A veces es necesario olvidar –afirmó el purpurado durante el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española–, no por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y perdón verdaderamente responsable y fuerte; una voluntad basada en los altos ideales de la paz que se alimenta de la justicia, de la libertad, y ¿por qué no decirlo? del perdón y del amor fraterno. Es lo que puede llamarse una auténtica y sana purificación de la memoria”.

 

Rouco Varela señaló que “hay que liberar a los jóvenes de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores, sino ayudándoles a fortalecer la voluntad plena de concordia y de amistad”.

 

En este sentido, recordó lo que había publicado la CEE, en Asamblea Plenaria, en 1999 al hacer balance del siglo XX: “Tanto los conflictos externos, como los enfrentamientos internos entre distintas ideologías, grupos sociales, regiones o nacionalidades han dado paso a una creciente concordia social que es casi seguro el mejor legado de nuestra historia reciente”.

 

Además, añadió, también con palabras de esa Plenaria, que la Iglesia “desea pedir el perdón de Dios para todos los que se vieron implicados en acciones que el Evangelio reprueba, estuvieran en uno u otro lado de los frentes trazados por la guerra”. “La sangre de tantos conciudadanos nuestros derramada como consecuencia de odios y venganzas, siempre injustificables, y, en el caso de muchos hermanos y hermanas como ofrenda martirial de la fe, sigue clamando al Cielo para pedir la reconciliación y la paz”, concluyó.

 

El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Antonio María Rouco Varela, instó ayer a la sociedad española a prestar atención a las responsabilidades morales en tiempos de crisis económica.

 

El cardenal, en el discurso inaugural de la XCII Asamblea Plenaria de la CEE –que decidirá quién ocupará su Secretaría General para el quinquenio 2008-2013, cargo que ha ostentado los últimos cinco años el ahora obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino– enumeró como dos de las preocupaciones de la sociedad el deterioro de la convivencia y la crisis económica. Sobre el primero de los aspectos, sostuvo que siempre es necesario “vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas”.

 

Sobre la crisis económica, señaló que tiene, “sin duda, causas de orden técnico que los especialistas tratan de diagnosticar en orden a ofrecer las soluciones más adecuadas”, pero añadió que, “como la economía está tejida también de relaciones humanas libremente decididas, ninguna situación económica puede ser entendida como fruto de leyes inexorables totalmente ajenas al comportamiento humano”.

 

Con todo, recomendó: “En tiempos de crisis, como en tiempos de bonanza, es necesario prestar atención a las responsabilidades morales de los actores sociales, que, de uno u otro modo, somos todos”.

 

Así, el cardenal sostuvo que es el momento de reflexionar sobre los “orígenes morales” de la crisis, “examinando si el relativismo moral no ha fomentado conductas no orientadas por criterios objetivos de servicio al bien común y al interés general; si la vida económica no se ha visto dominada por la avaricia de la ganancia rápida y desproporcionada a los bienes producidos; si el derroche y la ostentación, privada y pública, no han sido presentados con demasiada frecuencia como supuesta prueba de efectividad económica y social”.

 

También pidió pensar acerca de las exigencias morales que impone la crisis “pensando en un futuro mejor”. En este sentido, dijo que se precisa un fortalecimiento de las personas como sujetos morales sin confundir los propios gustos o intereses y detalló que la conducta orientada al bien presupone el conocimiento del bien para lo que, constató, “es necesario el reconocimiento de Dios como bien supremo” porque sin Él “la ética queda reducida a algo relativo y mudable”.

 

Para la Iglesia, “avanzar en la consecución de mejores metas de bienestar es bueno, pero el 'progreso' materialista no puede ser tenido como único criterio de conducta y de humanidad”. “Es necesario reactivar la solidaridad que procede del amor”, aseveró Rouco Varela, quien afirmó que hay que llegar a la justicia social. A renglón seguido recomendó en las actuales circunstancias la doctrina social de la Iglesia. “Quienes se quedan sin trabajo; los inmigrantes, con menos apoyo en el entorno familiar y social, y, en general, la personas que se hallan en situaciones más desfavorecidas, esperan con toda justicia el apoyo necesario de los poderes públicos y de la sociedad”, agregó.

 

También recordó que la familia es la “escuela primera y básica de la solidaridad efectiva” y denunció que cuando ésta “no recibe el apoyo cultural, social y legal adecuado, se están cegando las fuentes de la savia moral del ciudadano”.

 

En este punto criticó el aborto como “sacrificio silencioso y legalmente tolerado de tantas vidas inocentes” y declaró que “representa una injusticia clamorosa que no puede dejar de afectar seriamente a todas las relaciones humanas más básicas”.

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