El Ayuntamiento de Arcos se sumó por primera vez al Día Mundial del Turismo el 27 de septiembre de 1995. Aprovechó que coincidía con el comienzo de la Feria de San Miguel y contrató a varias jóvenes vestidas de flamenca para que regalasen claveles a los turistas que llegaban a la plaza del Cabildo, e incluso contó con azafatas vestidas de corto de una conocida bodega sanluqueña para ofrecer copas de manzanilla a los visitantes. Contado así, un cuarto de siglo después, suena entre folclórico y pintoresco, pero por esas fechas ni se sabía que existía un día del turismo como tal, ni la mayoría de municipios de la provincia había asumido aún la trascendencia que el sector iba a experimentar con el cambio de siglo, limitada hasta entonces a presumir de la herencia patrimonial y natural -reproducida en las envejecidas postales de las tiendas de souvenirs-, como si con eso bastara para atraer viajeros o como si aún se pensara en ellos como los románticos de principios de siglo.
Los alcaldes descubrirían poco después Fitur, donde, además de la excursión a la capital, les aguardaba la realidad: una competencia por el destino tan múltiple y singular como autoexigente. Fue como ir a unas olimpiadas, donde cabe la máxima de que siempre hay alguien mejor que tú -y sin necesidad de llamarte Éric Moussambani-, pero también sirvió de aliciente a la hora de reorientar la política promocional y establecer alianzas administrativas y territoriales que coincidieron a su vez con el papel emprendedor de la iniciativa privada. El turismo no ya como invento, sino como reinvención, y de ahí... a las cifras del año pasado, en el que la provincia superó los cinco millones de visitantes y los ocho millones de pernoctaciones. Cádiz en la élite y el sector turístico como el gran motor de reactivación económica tras la crisis de 2008. Aplausos.
Este domingo es 27 de septiembre. Se cumplen cuarenta años desde que se instauró como Día Mundial del Turismo, aunque hay poco que celebrar; e incluso el lema del año pasado, visto hoy, hace escocer los ojos: “Turismo y empleo: un futuro mejor para todos”. Solo en la provincia de Cádiz, durante el mes de julio pasado, la Seguridad Social perdió más de seis mil afiliados pertenecientes a la actividad turística con respecto al año pasado, y en agosto más de cinco mil, y lo que es peor, como apunta el presidente de Horeca, Antonio de María, sin que nadie haya movido aún un dedo por preservar todo ese empleo en comparación con las energías dedicadas por los partidos políticos para defender que no haya despidos en el sector aeronáutico.
Las cifras del verano han dejado en la provincia 514.000 viajeros y un millón y medio de pernoctaciones, cuando el año pasado, solo en julio, se superaron los 357.000 viajeros y el millón de pernoctaciones. Y sí, Cádiz ha sido la quinta provincia española con mejores cifras y la segunda de Andalucía, por delante de destinos históricamente preferentes, pero tampoco sirven para presumir de ellas, salvo porque ponen de manifiesto la fidelidad hacia la calidad del destino por parte del turismo nacional, que, según el INE, ha sido el predominante durante este verano: ocho de cada diez viajeros residían en territorio nacional.
El problema, en realidad, se atisba a partir del mes próximo, una vez descartada la llegada de turistas europeos y frente a un panorama cada vez más restrictivo. Hay hoteles que echarán el cierre, directamente, desde octubre a junio, mientras que en la hostelería el ocio nocturno lamenta la instrumentalización de determinados vídeos para criminalizarles. Peor aún, al mismo tiempo que el sector hostelero ha vuelto a reclamar esta semana un plan de rescate, se ha filtrado que el Gobierno pretende dejarles fuera del plazo de prolongación de los ERTE, como si actuara al dictado de la bola de cristal del vicepresidente Pablo Iglesias, que no solo no ve nunca más a diputados del PP en un consejo de ministros, sino que ya dijo en abril pasado que había que aprovechar la ocasión para un cambio de modelo productivo en el que no hubiese que depender tanto del turismo. Entonces fue una pretensión, ahora parece ya otra predicción.
