El "discurso apodíctico" es el que emplea el que no quiere ni espera respuestas, propio de los que hacen ruido y quieren imponerse a los demás, por eso el escritor Manuel Rivas ha querido dar en "A cuerpo abierto" amparo y volumen a las voces bajas, al murmullo, y lo ha hecho con toda su retranca gallega.
"Al Gore lucha contra el calentamiento global y Aznar practica el calentamiento local", leyó ayer en la presentación el juez Baltasar Garzón como ejemplo de la socarronería que impregna "A cuerpo abierto" (Alfaguara), 199 artículos publicados en el periódico El País y la revista Integral y que a Rivas le gusta decir que son "una mirada indie" a la España del último día.
Garzón apareció en el último momento, sin estar anunciado, porque, explicó el juez, no sabía si iba a estar en condiciones de hablar tras su reciente operación de garganta.
El magistrado, que conoció "15 minutos" antes de la presentación a Rivas, es el protagonista del primero de los artículos, "La estrella", en el que el escritor cuestiona el periodismo "onanista y egocéntrico" que atribuye a Garzón un protagonismo excesivo.
"Si oyen algunas tertulias verán que vivimos una crisis de hechos que viene a ser tanto como de valores. Lo importante son las opiniones preconcebidas, los prejuicios", subrayó el juez, que se refirió, entre otros asuntos mencionados en el libro, a la "vergonzante polémica" sobre la asignatura de la Educación para la Ciudadanía, "un monstruo a combatir -dijo Garzón- porque ataca no sé qué valores sacrosantos".
Rivas, recordó Garzón, "entra de lleno" en asuntos como ETA, el 11-M o "en uno el que no puedo detenerme por cuestiones profesionales, la memoria histórica, que está muy bien reflejado. Dice que las pañoletas -de las madres de la plaza de Mayo en Argentina- acabaron con la Dictadura y no le falta razón".
Acerca de otras cuestiones, como las opiniones del presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Rouco Varela, a quien Rivas destina otro artículo, prefirió "no abundar" pero sí subrayó que son "particularmente interesantes" las reflexiones del narrador sobre "los estratos oficiales de la Iglesia".
Quien no se ha ahorrado su opinión ha sido el director de cine José Luis Cuerda. "Si la cara es el espejo del alma, Rouco es malo, una mezcla entre ofidio y ... Es malo, vaya y, además, al contrario que Rivas, no acierta nunca con sus moralejas", ha afirmado el director, que ha "afeado" a Rivas "el producto" que "mandan" desde Galicia: "Franco y ahora Rouco".
Cuerda, que cree que Rivas, con quien trabajó en "La lengua de las mariposas", es un "especimen" capaz de crear con "bondad y sabiduría" cuentos llenos de moraleja, ha coincidido con el moderador de la presentación, Javier Rioyo, en que el escritor está "del lado rebelde", porque el otro, ha dicho este último, es el de Rouco, "que dice que no hay que tener memoria".
"No solo exportamos a Franco o a Rouco. También a Pablo Iglesias o Valle Inclán", ha contestado Rivas, que se ha declarado volcado en incorporar las voces bajas de la humanidad, "las que tienen sentido", porque el ruido "no lo tiene".
El autor entiende que el proceso de la literatura y del periodismo debería ser como el caminar del mendigo que interpretaba Charles Chaplin.
"Siempre hacia delante, abierto a las sorpresas pero con un pie en la ilusión y otro en la desilusión, uno en la esperanza y otro en lo inalcanzable, uno en lo casual y otro en lo causal", ha detallado el escritor, a quien le parece que Manuel Azaña era "un auténtico autor indie".