Hasta final de curso. A partir de ahí unos 300 alumnos de ESO y una veintena de profesores tienen que buscar centros en los que seguir sus estudios y en los que enseñar.
El caballo de Atila ha pasado de nuevo por San Fernando, con las propiedades de la Iglesia Católica en liza y en este caso le toca a la Escuela San José, que ya venía siendo amenazada en años anteriores sin posibilidad de llegar a ningún acuerdo. Porque no hay acuerdo posible, ni de tiempo ni de dinero. Los echan, sin más, una situación que no por esperada dadas las trazas que se da el Obispado con el patrimonio propio, duele menos.
Los padres de los alumnos recibirán la carta explicando la situación a lo largo del día mientras que el consejo escolar lo supo ayer. Treinta años de enseñanza, para muchos de los profesores, toda una vida, se van al garete sin remedio, por orden de la Santa Madre Iglesia, legítima propietaria del edificio.
Lo que quiere hacer el Obispado ahí es otra cosa que no se sabe, lo mismo que no se sabe qué hará con el convento de las Capuchinas pero lo que está claro es que el inmueble debe estar despejado en el mes de septiembre al no prorrogarse con contrato que data de 1989. Ha sido prorrogado cada año después de que en 2018 vencieran los 30 años de vigencia. Ahora no hay esperanza ninguna.
Tanto los alumnos de Enseñanza Secundaria Obligatoria como los de Formación Profesional Básica tendrán que aprovechar las convocatorias que se abren en el mes de marzo para buscar nuevos centros y la Escuela San José pondrá fin a su historia.