El 9 de marzo de 2020 la Consejería de Salud y Familias informaba del primer caso de coronavirus en la provincia. Ese día se habían confirmado en toda la comunidad sólo seis nuevos casos de un virus del que se empezaba a hablar ya con preocupación. En el caso de Huelva se trataba de una mujer de 70 años que había viajado a Italia y que se encontraba en seguimiento activo en su domicilio.
En ese momento, pocos, por no decir nadie, podían imaginar en ese momento lo que se venía encima: una pandemia mundial que paralizó a todo un país durante meses y encerró a sus ciudadanos en casa, que va ya por una tercera ola que sigue dando los últimos coletazos, que ha cambiado por completo las formas de relacionarse y ha escondido a la población tras una mascarilla, y lo que es peor, que se ha cobrado demasiadas vidas y está dejando demasiadas secuelas en el camino.
En el caso de Huelva, desde ese primer caso el 9 de marzo de 2020 son más de 24.000 los contagios detectados en la provincia, más de 1.700 los afectados que han ocupado cama en los hospitales y más de 300 las personas que se han dejado la vida en esta lucha de David contra Goliat en la que todavía va venciendo el Covid.
Las esperanzas están puestas en las vacunas, para lograr la ansiada inmunidad de rebaño y evitar la pérdida de más vidas y para que la economía pueda tomar un poco de aire. Y es que un año después sectores como la hostelería y el turismo, pilares de la economía onubense, están en jaque, con una soga al cuello que no saben aún cuando podrán quitarse.
En este año han sido tres las grandes embestidas del Covid. La primera ola, la que obligó al estado de alarma y a parar como nunca se había hecho en la historia, fue en cierto modo benevolente con Huelva, que registró una incidencia a la baja en comparación con otras provincias.
Ya en la segunda ola, el coronavirus empezó a mostrar su peor cara pero ha sido sin duda la tercera ola la más devastadora. En un solo día se llegaron a registrar cerca de 600 casos, las cifras de fallecidos se multiplicaron, las tasas de incidencia superaron en muchos municipios y en toda la provincia los mil casos por 100.000 habitantes, y la presión hospitalaria aumentó hasta cotas no registradas hasta ese momento.
La situación actual vuelve a dar un respiro a la provincia. Sin embargo, todo este año vivido y sufrido viene a demostrar que no se puede bajar la guardia ante el Covid.