Con las advertencias a Hungría y Polonia, la Unión Europea ha querido poner pié en pared con la agenda política de ambos países de antiguas dictaduras comunistas. Esa pertenencia imprime carácter a los Estados y a las poblaciones que vivieron en esos regímenes. No hay más que ver la distinta configuración política de los Estados alemanes del Este y y del Oeste. La extrema derecha y la izquierda postcomunista son más fuertes en los Estados provenientes de la República Democrática Alemana ¡Las trampas del lenguaje! Los verdes son más potentes en los Estados de la antigua Alemania occidental.
No es una historia nueva. El Ejercito “Popular” de Liberación de China fue el que se hizo cargo de la represión contra su pueblo en la Plaza de Tiananmen en 1989, por órdenes de Deng Xiaoping. A los horrores de la Revolución Cultural de Mao siguió el aborto de la democratización que pedían los estudiantes y una parte de la población china. La diferencia con las protestas de Cuba es que el crecimiento económico de China es impresionante y ha acallado la disidencia mientras que Cuba -por la falta de apertura de su economía y el bloqueo norteamericano- no consigue superar la escasez de productos y de oportunidades.
Polonia y Hungría se están beneficiando de las aportaciones de fondos comunitarios de forma masiva, pero sus fuerzas políticas gobernantes de Orbán y Kaczynski no aceptan el pluralismo político y ponen serias trabas a la separación de poderes. Creen que la UE es un organismo que no los pondrá firmes nunca. Han declarado la guerra a cualquier tipo de inmigración y asilo -se niegan a participar en las cuotas de repartos internos de la UE- y en materia de derechos civiles y de liberalización sexual tienen como principio la homofobia hasta el punto de que hay cientos de municipalidades que se declaran libres de la "ideología LGBT”. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, lo ha dejado claro: “Europa nunca permitirá que se estigmatice a partes de nuestra sociedad: ya sea por sus seres queridos, por su edad, su origen étnico, sus opiniones políticas o sus creencias religiosas”. El procedimiento de infracción abierto por la Comisión tendrá consecuencias económicas graves para estos países. El Parlamento Europeo lo comparte y el Tribunal de Justicia tendrá que dictar sentencia.
