Flor Serrano Huertes se ha dirigido a Alcalá la Real Información para dar a conocer la experiencia vivida la pasada semana con su madre en el servicio de Urgencias del Hospital de Alcalá. Una experiencia que ha sido calificada por ella misma de “
indignante”. “El día 12, miércoles, estuve con mi madre desde media mañana en Urgencias del Hospital de Alcalá, por una bronquitis. Le hicieron un test de antígenos, que le salió negativo, y por protocolo le hicieron PCR, y decidieron ingresarla, para que estuviera con medicación. Me dijeron que si ingresaba sola o si yo quería estar con ella, hasta el resultado de la PCR, que podría tardar hasta cuatro o cinco días, yo no podría salir de la habitación. Les dije que por supuesto me quedaba con ella, puesto que tiene 87 años, con Alzheimer, y no se vale por sí misma”, comienza su narración Flor Serrano.
“Ingresamos sobre las nueve de la noche, y al ingresar pido por favor, que ya que hemos estado todo el día en
Urgencias, le trajeran algo de comida, un yogur… Y me dicen que no, que no tienen nada de comida, que eso es catering. Entonces les digo que voy a salir a las máquinas a comprar un sándwich o algo. Me dicen que no, que yo estoy en aislados con ella, y hasta que estén los resultados de la PCR yo no puedo salir”.
“Cuando salimos solo cogimos las cosas básicas de higiene. Menos mal que trajo mi hermana unas batas, porque esa misma noche les pido también una manta, puesto que hacía muchísimo frío y mi madre estaba helada. En el Chare, no sé por qué, hay ratos en que sale el aire muy caliente, otros en que sale muy frío. Seguramente será por reciclar el aire. Me dicen que no tienen mantas. De hecho, durante el tiempo en que ha estado ingresada, han entrado médicos, enfermeras de todos los turnos, y han visto que estaba arropada con su bata y la mía, y nadie se dignó en llevar una manta”.
“Esa primera noche, cuando pedí algo de comer y no me lo llevaron, al final, una enfermera, bastante más tarde, me dijo que lo único que había encontrado eran unas tarrinas de fruta, pero no tenían cubiertos. ¿Y cómo se la doy?, le pregunté. A las tantas me trajo un tenedor para que se pudiera comer el puré de fruta. Un tenedor para las dos, para ella y para mí, porque no había más”, continúa.
“Al otro día, cuando traen la comida, lo hacen igual, sin cubiertos. La sopa en un vaso, porque supuestamente no pueden meter nada del catering dentro de la habitación. Todo va en una bandejita de cartón, de usar y tirar. Cuando los pedí, no tienen cubiertos. Me dicen que la sopa se la dé con el vaso. ¿Y cómo le doy el yogur?, pregunté. Al final consigo una cuchara, y con esa nos apañamos las dos”.
“Pido un carro para ayudarme, puesto que mi madre no anda por sí sola, y lo necesito para poder manejarla para ir al baño y para todo. Me dicen que no tienen carro. Hasta el otro día, que encuentran un carrito andador y me lo traen. La mesa que se acerca a la cama a los enfermos para que coman, que normalmente puede subirse, bajarse, girarse, etc. para poder adaptarla tanto a la cama como al sillón, está rota. Pido por favor que me la cambien, porque no sé cómo me voy a apañar para darle la comida. Ese día no me traen mesa porque no tienen. Al día siguiente me la cambian por otra que también está rota”.
“En fin, ha sido un
cúmulo de incidencias que me parece tercermundista. No tengo nada en contra de los profesionales que nos han atendido, sino con los medios, porque parecía que no tenían medios de nada. Algo increíble. Y cuando pido hoja de reclamaciones, el día del alta, pues tampoco me la da la supervisora. Muy amable, me dice que ellos tienen todo: comida, mantas, cubiertos. Ellos tienen de todo, yo no los he tenido, a pesar de haberlos reclamado. Me atendió muy bien la supervisora, pero no me dio la hoja de reclamaciones. En su lugar me dio una hojita de sugerencias”.
“He hecho una queja en la
Plataforma del Defensor del Pueblo Español, porque me parece horroroso, indignante. Las personas mayores que no se valen por sí solas y entran en un hospital, además en aislados, que entran para lo justo y necesario, ¿qué es de esas personas? Personas que no se pueden quejar, que no pueden reclamar. ¿Quedan abandonadas? Mi madre, solo por el frío que tenía, si yo no estoy allí, no sale del hospital. Entra con bronquitis y sale con los pies por delante. Me parece una aberración. ¿Cómo puede estar pasando esto en el 2022? No sé qué ha pasado en el
Chare, pero mi padre ha estado ingresado en otras ocasiones, y era una maravilla, en atención, en medios, en higiene. Es increíble”, concluye su testimonio Flor Serrano.