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Jueves 14/11/2024
 
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Alcalá la Real

Solera, la pequeña "Bruja de Oro"

28 años después de que abriese sus puertas, la Administración de Loterías Nº2 de Alcalá la Real ve como su fama se acrecienta tras acumular una larga serie de premios de importante cuantía vendidos en los últimos tiempos

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  • Rosario Solera y Luís Merino. -

No debe haber muchas pequeñas administraciones en España que, como la Número 2 de Alcalá la Real, hayan acumulado a lo largo de los últimos años un currículum tan exitoso. La última y más resonante de estas alegrías llegaba el pasado sábado, 14 de febrero, cuando el establecimiento que regenta Rosario Solera vendía el primer premio del sorteo extraordinario de la Lotería Nacional, con motivo de la festividad de San Valentín. El número 44.247, del que se habían consignado aquí un total de treinta décimos, era agraciado con 130.000 euros cada uno. En el momento de redactar este artículo, en la mañana del lunes, aun no se había podido confirmar el montante total del premio repartido en Alcalá. “Se ha vendido bien”, apuntaba, sin poder precisar la cifra, Luís Merino, hijo de Rosario y alguien que, con su trato afable y cercano a los numerosísimos clientes, está plenamente implicado en la buena estrella que parece alumbrarles.

Los clientes no paran de llegar en la mañana de este lunes gris, que parece, sin embargo, radiante para los afortunados. Si Edward Lewis Wallant decía que hay una Santísima Trinidad para la supervivencia: el amor, los sueños y el coraje, para todos los tocados por la suerte, en el día en que se celebra el primer elemento de esta tríada se les abonó el camino para alcanzar el segundo y olvidarse casi del tercero. El clima, entre los parroquianos, es casi de fraternidad. “A ti sí te ha tocado”, aventura Luís con alguno de los que se deja caer por el local, sobre el que recae, tal vez, la sospecha de que haya sido distinguido en el egregio club de la diosa Fortuna, mientras el aludido lo niega, acaso con un deje de sonrisa traviesa asomándole a los labios.

Tras la ventanilla, en el frontal que mira al exterior, una pared está ya completamente ocupada por los carteles en los que se recuerdan los principales premios vendidos en esta administración tan sólo en los últimos años. Siguiendo una sucesión cronológica se recuerdan los más de 45.000 euros repartidos en agosto de 2002, en un sorteo de La Primitiva; los más de 31.000 en otro de la Bono Loto en mayo de 2004, los más de 50.000 euros repartidos con el número 27.274 en el Sorteo de Navidad de la Lotería Nacional en 2006; el segundo premio, también de la Lotería Nacional, vendido el 13 de diciembre de 2008, con el número 89.690. Los casi 30.000 euros en el sorteo de la Primitiva el 5 de enero de 2012 o el recientísimo quinto premio en el último Sorteo de Navidad de la Lotería Nacional, el pasado 22 de diciembre, en el que el número 52.028 repartía 120.000 euros en nuestro municipio. El de este 14 de febrero es, no obstante, el gran colofón –por el momento- a este imparable maridaje con la suerte, por la importancia de los premios repartidos.


La fortuna parece, incluso, revolotear por la Administración Solera, en un extraño cortejo que deja hasta circunstancias curiosas. En este último sorteo, en el que daba el primer premio, la Administración de la calle Miguel Hernández ha estado también a punto de dar el segundo. Se vendió el 54.945 mientras que el agraciado fue el 54.549, sólo el baile de dos cifras evitó que se rizara un rizo que habría resultado poco menos que paranormal. Rosario accede, sonriente, a hacerse una foto con su hijo, aunque asegura que no le gustan y vuelve rauda a atender la ventanilla, ante la que no para el goteo de clientes. “Todo esto ha empezado desde que dijo que se iba a jubilar”, bromea Luís mientras atiende con la celeridad que dan los muchos años de oficio.

Lo cierto es que el 23 de febrero se cumplirán 28 años desde que la Administración abriese sus puertas, y, a pesar de haber dado premios en sus inicios, parece que en los últimos tiempos el azar ha enredado sus invisibles hilos en ella. Risueño, como casi siempre, Luís señala una pequeña figurilla, casi diminuta, que, sobre su escoba, pende colgada sobre la ventanilla. Una bruja discreta y picarona, que, impávida, contempla, desde sus alturas, a todos aquellos que entran por la puerta y prueban a ver si hoy es la buena.

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