El estado de alarma por la crisis sanitaria del COVID-19 y las medidas de prevención han afectado a prácticamente todos los sectores productivos, de forma que los guantes y mascarillas son una constante, algo a lo que no es ajeno el sector hortofrutícola que cultiva bajo el mar de plástico de Almería.
Es el caso de la finca en el paraje Puesto Pallarés de La Mojonera (Almería) de David Gómez Martínez, que junto a sus hermanos Raúl y Víctor suma más de seis hectáreas en las que en estos momentos laboran los tres junto a cinco trabajadores de origen magrebí.
“El horario es el mismo, no puedes hacerlo de otra forma, las plantas son así”, apunta a Efe el agricultor, que explica que comienzan su labor “a las ocho de la mañana, haciendo una parada para comer sobre la una, hasta las cuatro o cuatro y media”.
“Llevamos el trabajo entre los tres hermanos, yo soy más el transportista, el que lleva el camión o el tractor, otro se encarga de sulfatar y el tercero más del riego”, añade.
La diferencia respecto al momento justamente anterior al estado de alarma se nota ya a primera hora. Antes, los empleados de estos productores agrícolas podían acudir a la explotación en el mismo vehículo. “Ahora por la mañana nos repartimos, cada hermano va a por uno en San Agustín (El Ejido, Almería), y otro de los trabajadores se trae a otro, porque sólo podemos ir dos en cada vehículo”.
“Las mascarillas y los guantes los llevamos ya en el coche. Luego, en el invernadero, todo se hace sin coincidir en el pasillo, descargando cada uno en su línea. Realmente lo que ha cambiado es que tenemos que llevar las mascarillas y los guantes y que a la hora de comer tenemos que hacerlo distanciados, con una separación”, apostilla.
En estos momentos, los hermanos están recogiendo unos 7.000 kilos a la semana de tomates. Lo hacen los miércoles y jueves, una vez a la semana. Por el momento, señala este agricultor, no están notando cambios en las ventas de este producto. La recogida se está efectuando desde Navidad y concluirá sobre finales de mayo o inicios de junio.
“En el almacén todo sigue igual, no nos han dicho nada sobre el tomate”, incide.
Desconoce si tendrá relación con la pandemia, pero sí apunta que el jueves pasado tuvieron que arrancar todos los pepinos que habían cultivado. “El martes o el miércoles, el kilo de pepino estaba a más de 40 céntimos, y el jueves nos dijeron que se cotizaba a 10 céntimos. Tuvimos que arrancar 15.000 metros, que podían haber aguantado un mes más”, precisa.
En un mes, aproximadamente, comenzarán también a recoger los cultivos de sandía y melón, aunque subraya que es el tomate el producto que más dedicación requiere, puesto que estas frutas “dan poco trabajo, con un día a la semana para quitar tallos o sulfatar es suficiente”.
Al ser interpelado sobre si teme que el coronavirus pueda afectar a las ventas en un futuro, confiesa que es algo que preocupa a los productores de la zona. “Nuestro temor es que, por ejemplo, en uno de los almacenes de exportación encuentren a alguien infectado y tengan que cerrar. ¿Quién exporta entonces lo nuestro?”, pregunta.
“Aquí no ha llegado muy fuerte -el coronavirus- pero si algo así pasara, tendría que arrancar todo el mundo y acabar la cosecha”, recalca.
En cualquier caso, en Almería se ha llevado a cabo una “revolución verde” durante años, apostando por cultivos que cumplen con todas las normativas con los controles más rigurosos. Por eso, no es de extrañar que este productor concluya con un mensaje de tranquilidad para todos: “Tenemos mucho cuidado”.