Lorenzo -Pipe- Sarmiento (Bilbao, 1952) proclama, en los últimos años del siglo XX, la
Tesis de que una empresa cazatesoros estadounidense de nombre Odyssey Explorer, hasta entonces desconocida para la opinión pública pero no para él, estaba expoliando
Mar Adentro los fondos del Estrecho de Gibraltar. Fue entonces, cuando este experto en Derecho Marítimo
Abre los Ojos a medios de comunicación y administraciones sobre lo que está ocurriendo ante la falta de vigilancia de las costas andaluzas. Ahora, hace escasos días, ha sido el director de cine Alejandro Amenábar quien ha puesto de nuevo el foco en la actividad de los expoliadores de pecios con el estreno de la serie
La Fortuna, cuyo argumento está basado en la lucha de dos funcionarios por recuperar el tesoro de la fragata española Nuestra Señora de la Mercedes.
Una vez más. Sin pelos en la lengua, Pipe Sarmiento califica la serie como una “absoluta vergüenza”, pero va más allá ya que considera que
La Fortuna “es otro movimiento político del Gobierno socialista para proteger a los funcionarios españoles de Exteriores y de Cultura que se pasaron nuestras leyes por donde se las tenían que pasar y dieron permisos de todos los colores que nos llevaron a aquella situación y todo eso se evita y se calla, y nada se dice en la serie”.
“He leído -añade- la crítica sobre la serie que ha hecho el diario
La Vanguardia y hace una definición con la que estoy muy de acuerdo ya que tilda
La Fortuna como una aventura burocrática (...) nunca hay escenas espectaculares o de auténtica aventura”. A juicio de este experto en Derecho Marítimo, en la serie de Amenábar se ha exagerado la importancia de la fragata
Nuestra Señora de la Mercedes “cuando no hay un solo detalle científico que confirme que sea ese barco”. Pipe recuerda a
Los Otros pecios que se hundieron en aquella zona: “fueron los navíos españoles San Hermenegildo y Real San Carlos que fueron alcanzados por fuego amigo cuando eran perseguidos por los franceses. Se hundieron en 1801, tres años antes que la
Mercedes”. Considera, por tanto, que la serie carece de criterio y rigor histórico.
Pipe Sarmiento, que ahora reside en Bilbao junto a su inseparable Magdalena, analiza en su último libro
Odyssey y los Medios de Comunicación. El Watergate español lo que ocurrió a final del siglo XX y principios del XXI en la zona del Estrecho de Gibraltar con la actividad de esa empresa estadounidense, que aprovechó la inacción de las administraciones española y andaluza para expoliar restos del pecio
HMS Sussex, que se hundió entre Sotogrande y La Línea de la Concepción en 1694 con nueve toneladas de oro a bordo.
La voz de este abogado, que vigilaba la actividad de los
piratas, y el altavoz de los medios de comunicación -fundamentalmente el diario EL FARO INFORMACIÓN del Campo de Gibraltar, del grupo Publicaciones del Sur- sirvieron para que los expoliadores abandonaran las aguas españolas y posteriormente, vía judicial, devolvieran parte del tesoro.
El equipo de Amenábar se puso en contacto con Sarmiento para que, según afirma, les diera su opinión sobre Odyssey, “y les dije lo que pensaba que fue un caso que empieza en 1998 y que los políticos, para evadir sus gravísimas responsabilidades, cortaron en 2006 y durante ocho años se expoliaron más de veinte pecios en el Mediterráneo, como han reconocido los grandes expoliadores americanos”.
Lamenta, además, que las denuncias presentadas en los Juzgados de La Línea por colectivos ecologistas y políticos del Campo de Gibraltar, como el entonces concejal sanroqueño, Manuel Melero, sigan paralizadas.
¿Por qué una persona como Sarmiento realiza este trabajo de protección del patrimonio subacuático por amor al arte? “Por dos motivos”, responde con ímpetu: “por mis venas no hay más que sangre de marinos y, además, todos los pecios del mundo son tumbas de guerra, y de la misma manera que estamos obligados a respetar y no podemos ir al cementerio de Bilbao o Algeciras y empezar a tortas con las tumbas porque nos meten en la cárcel, por qué sí se puede hacer con un barco?”.
Por último, destaca que el caso Odyssey supuso un antes y un después. “Se modificaron todas las leyes que afectan a estos asuntos de arqueología marina y hoy en día sería imposible que se pudiera volver a cometer un expolio como aquel”, concluye.