Los graves problemas medioambientales a los que se enfrenta la Humanidad y el propio planeta tienen un origen esencialmente humano. Aunque la ciencia nos los describe e intenta aportar soluciones, no son un problema de origen científico sino un problema de tipo moral relacionado con las decisiones que tomamos los seres humanos a nivel individual y colectivo. Este es el punto de relación entre filosofía e impacto ambiental tal y como se puso de manifiesto en una conferencia de Nueva Acrópolis en la Biblioteca provincial.
Las soluciones por lo tanto no son en último término científicas sino vinculadas a las decisiones que nos llevan a vivir como lo hacemos. A nivel colectivo hay un amplio consenso en atribuir a la obtención de las ganancias del capital por encima de otros límites (ambientales, sociales, derechos humanos) la responsabilidad de una explotación de recursos y contaminación tan irresponsable respecto del planeta y las generaciones futuras.
A nivel individual, el consumismo compulsivo y el individualismo exacerbado son los dos comportamientos más antagónicos con la naturaleza. Para ambos la filosofía ha indagado y aportado reflexiones muy válidas.
¿Por qué consumimos de una manera tan desmesurada? Porque queremos vivir de la mejor manera posible y creemos que la acumulación de bienes materiales de consumo es la única manera. La filosofía, a través de numerosas escuelas y filósofos ha proporcionado otros caminos, basados en el desarrollo de los valores, virtudes y capacidades mentales y emocionales que se expresan en la vida interior. A mayor vida interior, menor dependencia de los recursos externos para encontrar satisfacción.
En relación al individualismo, desde los clásicos se afirmaba que el ser humano es un “animal político”, es decir, necesitamos la sociedad para poder desarrollar plenamente aspectos tan humanos con la comunicación, la solidaridad o la convivencia; también que el altruismo es innato en el ser humano. Ambos aspectos corroborados por la antropología.
¿Cuándo empieza el individualismo a ser exagerado? Cuando lleva a la incapacidad total o parcial de desarrollar nuestros valores sociales y de vivir de acuerdo a la ayuda mutua. Necesitamos recuperar una individualidad social que nos haga ser responsables de las consecuencias de nuestros actos, que nos permita vivir el bien común.
En definitiva, a las puertas de la gran ceremonia de la compra, es necesaria una seria reflexión sobre el consumo responsable (la asociación GEA desarrolla iniciativas al respecto) y comportamientos solidarios. El límite entre el Black Friday y el Black Future es muy fino.