"Todo el mundo debe tomarse el tiempo para sentarse y ver las hojas caer".
Elizabeth Lawrence.
El final de octubre marca el arranque del otoño, el cambio de hora que acaba con esas tardes largas de luz y temperatura apacible, la fiesta de Todos los Santos con sus olores a almendras tostadas, castañas asadas, mieles y dulces con envoltorio crujiente para una Navidad que en nada se asomará por el horizonte y que nos recordará que otro año cae, otro más. El dicho dice que
el otoño es tan alegre y dulce como un final inoportuno, con ese aura melancólica que le acompaña, los árboles se deshojan y la ropa de invierno regresa desde el fondo del armario. Todas las estaciones tienen su lado hermoso, incluso éstas de hoy alteradas por un cambio climático que nos hace dudar si aún es tiempo de un último baño. Y tras los Santos, pese a que muchos prefieran ese
halloween importado que salvo a niños nada representa, llegará noviembre, mes de cuentas, de campaña y no, precisamente, navideña.
La política es un ciclo continuo y se reparte en periodos electorales y congresuales, al menos en aquellas formaciones que la voz de la militancia pesa y pesa, ciertamente, cada vez menos. En ambas etapas las cuentas son esenciales.
De las 45 alcaldías que salieron electas en la provincia de Cádiz en las últimas municipales celebradas en 2019 el PSOE logró hacerse con 22, un total de 6 sumó el Partido Popular, una más, 5, que Adelante Andalucía, otras 5 de Izquierda Unida, 4 de AxSí y 3 independientes como son Los Barrios 100x100, La Línea 100x100 y Unidos por Chipiona; 14 mayorías absolutas de PSOE, 4 de Adelante, 3 de PP y AxSí y 1 de La Línea 100x100. Con estos resultados en los cabildos el PSOE logró una mayoría en Diputación de 14 diputados por 8 del PP, Podemos y Adelante se hicieron con 3 e IU, en solitario, con 1, 2 para La Línea 100x100 y 1 para Ciudadanos y para AxSí. Por partidos judiciales lograron:
Algeciras, Los Barrios y San Roque: 2 PP, 2 PSOE,
Sierra -19 municipios-: 2 PSOE, 1 Adelante,
Cádiz: 2 Adelante, 1 PP,
Chiclana, Barbate, Conil y Vejer: 2 PSOE, 1 PP, 1 Axsí,
Jerez y San José del Valle: 2 PSOE, 2 PP, 1 Cs,
San Fernando, Medina, Benalup, Alcalá de los Gazules y Paterna: 2 PSOE, 1 PP,
Sanlúcar, Chipiona y Trebujena: 1 PSOE, 1 IU,
San Roque, La Línea, Jimena y Castellar: 2 100x100, 1 PSOE y
El Puerto, Puerto Real y Rota: 2 PSOE, 1 PP, 1 Adelante. Han pasado casi cuatro años y la pregunta es qué opciones reales hay, a poco más de seis meses de las elecciones municipales, para que
la ola del PP desembarque en determinadas diputaciones como la de Cádiz y arrebate el gobierno a este PSOE gaditano comandado hoy por el
valorizado Juan Carlos Ruix Boix y que, ciertamente, se lo juega todo a mantener el poder de la primera institución de la provincia. Porque de perderla, qué duda cabe, todas las miradas -acusadoras- se centrarán en su elevado temple.
Tan cierto es que no es fácil el sumatorio final dado el arraigo que el PSOE tiene en buena parte de los partidos judiciales como para hacerle perder la diputación como, por otra parte,
que la de Cádiz es de las tres más factibles la que estaría más a mano para el PP, las otras dos son Córdoba y Granada y, por contra, Sevilla, Huelva y Jaén son un sueño imposible para el PP, que aún así mantendrá con facilidad las que gobierna en Málaga y Almería. El PP hace cuentas con quedarse los votos de Ciudadanos y que con un crecimiento porcentual en buena parte de todos los partidos judiciales pueda alcanzar los 13 diputados, sumando en sitios como Cádiz, Chiclana, Jerez o El Puerto y, llegados a ese punto ideal, convencer a Juan Franco de La Línea 100x100 para que cambie su apoyo actual; para el 16, atraer a Miguel Molina, alcalde de Barbate, en el caso de que este mantenga el suyo. Molina, a quien el PSOE esta legislatura no ha tratado especialmente bien, se entiende bien con Antonio Sanz, el consejero de Presidencia que todo lo controla y que hace los números porque ha vuelto a coger las riendas de la provincia de Cádiz: ha cambiado el candidato en Jerez poniendo a su siempre cercana María José García Pelayo, ha nombrado de delegados del gobierno a todo un séquito de personas de su confianza, ha apartado de todo a Ana Mestre, que le molestaba, poniendo en su lugar a su fiel Mercedes Colombo y, como guinda, ha sustituido al alcalde del Puerto, Germán Beardo, de la secretaria general colocando en el puesto a Almudena Martínez, de Jerez, abogada, que en principio no aspira a nada más allá de a lo que le digan. No como Beardo, que iba como una moto a por todo y le han puesto el semáforo en rojo y multa con pérdida de puntos, pese a los sitios preferenciales que le guardaba en burladeros en su taurina fiesta de agosto.
Para el PP será vital lo que suceda en Cádiz capital, tanto por si logra arrebatar un diputado más con una candidatura más hecha de la que representa Cossi, y esa solo puede ser la de Teófila si la convencen, como si en esa lista meten al que sería
la opción preferencial del partido para presidir la Diputación, de darse, Bruno García, actual presidente provincial, con ese talante moderado tan de moda en el PP estos días y de confianza de todo el mando superior.
Mientras que el PSOE dormita confiado en su músculo en el ámbito más rural para mantener el poder de la
casa rosa e incluso confía en la suma final vía Puerto Real de los dos diputados de La Línea 100x100 -la alcaldesa Elena Maya ya ha hecho público su amor hacia Juan Franco, mucho más intenso, qué duda cabe, del que siempre sintió por Ruiz Boix-, el PP mueve sus piezas, hace cuentas, pone y quita y se prepara para la conquista de una Diputación que sería la guinda para un pastel que quiere zamparse Antonio Sanz, de vuelta en Cádiz. Nunca se fue. Se apartó en cuarteles de invierno, esperó y ahora reclama para sí una provincia desde el sillón mayor que el destino ha querido darle. La suerte, en su caso, le ha cogido trabajando.
Y por halloween, por Todos los Santos, solo calabazas en potaje con garbanzos y vino de Cádiz. Un buen tintilla aromático de Rota:
Atlántida,
Vara y Pulgar,
El Triángulo o
Tintilla, nada mejor que eso para revivir a un muerto.