Desde muy joven soy aficionado a hacer crucigramas. Mi amistad con Quiz es muy antigua, desde 1982. Los crucigramas blancos son mis predilectos en un reto por no sólo descifrar las palabras, sino también los cuadros negros que las separan. En el crucigrama blanco está todo por revelar.
Hay muchas veces que empiezas a hacer un crucigrama y no sabes ninguna de las definiciones. Las horizontales te llevan a no haber puesto más que el martillo de platero que a fuerza de insistir ya sabes que es tas. Una sólo palabra en todas las definiciones te hace pensar en el descalabro. Pero te armas de valor y lees las definiciones de verticales, en las que gracias a la parte inferior de la entena (car), al símbolo del cloro y a la primera nota musical, resultan que pones 5 palabras más escritas con vértigo hacia abajo, como si las letras cayeran como una plomada. No hay buen augurio, pero como me gustan los retos, doy una segunda vuelta a las horizontales. Por ventura tengo ya algunos cuadros negros que me permiten poner un par de gentilicios y otro par de sustantivaciones, antes de iniciar la segunda vuelta vertical.
Los cruces de letras que van saliendo me dejan ya delimitar algunos sinónimos y ya van viéndose más cuadritos rellenos. Ha sido una labor de paciencia y de ir dando pasos seguros. Lo peor que hay al hacer un crucigrama es poner palabras de las que no se está seguro que a la postre te llevan a otros errores.
Hay muchas palabras de las que no tienes ni idea, pero has de sacarlas por perífrasis o circunloquio, o sea, dando la vuelta, buscando las palabras que las cruzan. Lo importante es mantener la paciencia que te permite ir construyendo unas palabras, que a su vez, te darán la clave de otras, y éstas de otras más. Al final el crucigrama está relleno totalmente.
Y me doy cuenta que la vida es como un inmenso crucigrama en el que uno va rellenando poquito a poco, muy poquito a poco, las soluciones que va encontrando en cada cruce, en cada definición, en cada dilema, en cada rincón. Cuántas veces te ha pasado que no sabes qué poner en alguna circunstancia difícil de tu vida. Pero tan sólo tienes que esperar a la siguiente esquina que te dará la respuesta, si bien remota, de la palabra que ahora se sugiere. Como en el crucigrama, debes fomentar la confianza en que los distintos cruces con que te topes te van a dar una solución providencial, que por cálculo no encontrarías de ninguna manera. Cada término que encuentras puede ser fundamental para tu futuro y para el de otras personas. Si equivocas la palabra te llevará a no hacer bien tu crucigrama. Descubrir la palabra gota te puede llevar al grifo, al río, al mar, a la lluvia, al cielo. Cada cruz de la vida en perfecto crucigrama está esperando la solución paso a paso, columna y fila, de cada casilla de tu crucigrama personal. Las quisicosas que se despliegan en la cuadrícula de tu existencia son una cadena de soluciones que te llevan al enigma último. Ahí está el quicio. Ese es el quiz de la cuestión.