Y ahí estábamos los adolescentes de cuando entonces, principios de los 70, atiborrados de ‘mirindas’, de naranja o de limón, porque en la chapa de cada envase de aquel refresco aparecía una letra (la ‘d’ era la más difícil) y al formar por completo la palabra MIRINDA regalaban un disco, y nosotros, en aquel Jaén abrileño y risueño de primavera, elegíamos, claro, un disco de Karina, la jiennense que cantaba a esas flechas que se clavan una vez y una vez más por la televisión marca Reyfra en blanco y negro recién comprada en casa. Karina, sí, a la que admirábamos o de la que estábamos perdidamente enamorados. La calle Maestra de Jaén era en ese tiempo como ahora la calle Larios de Málaga o Concepción de Huelva, un hervidero de ciudadanos que iban y venían, parándose en los escaparates de las tiendas, la joyería Samaniego -que era de mi abuela-, la sastrería Frámit, Casa Donato (“más barato Donato”, decía el anuncio radiofónico), o miraban la cartelera del cine Darymelia, donde parecía habitar entre tinieblas Charlton Heston. Karina paraba poco por Jaén, porque andaba por España y por el mundo con sus canciones, sonriente, eurovisiva y rubia.
Ahora abrimos el baúl de los recuerdos y la melancolía araña, como escribió José Luis Martín Prieto. Pero Carlos Rivera, profesional de la comunicación teatral, informa de que el próximo abril se estrena en el madrileño Teatro Luchana el musical ‘Yo soy Karina’, en el que la artista recordará sobre las tablas historias de su vida entre canción y canción, acompañada por el actor Carlos Manuel Díaz, su primer marido, y por el pianista Yeyo Bayeyo. “Una función en tono de comedia cargada de mucha música y recuerdos”, indica el programa. Karina en los amplios reportajes que publicaba el diario ‘Pueblo’ de Emilio Romero, con esas fotos en sepia que nosotros guardábamos. Karina deslumbrante en aquella noche del Eurofestival, cuando quedó en segunda posición, y todos seguimos la votación con la dramática emoción de si se tratara de un partido en el que estuviera en juego el ascenso del Real Jaén a Primera o a Segunda. Vuelve porque nunca se ha ido la Karina/mirinda de nuestra infancia y adolescencia. Karina retorna al teatro para cantar al amor en la sociedad del desamor. O del pluriamor. Ella lo había advertido: “No, no somos ni Romeo ni Julieta…”. La industria discográfica ha buscado otra Karina, pero han pasado décadas y Karina solo ha habido una, la de aquel remoto Jaén abrileño y risueño escondido en la memoria desde donde soñábamos con un mundo nuevo.