Aniversario marcado por la crisis
El 25 de abril de 1885, Jerez asistía a la inauguración del Mercado Central de Abastos, una obra faraónica proyectada por José Esteve que necesitó de doce años para convertirse en realidad. La que entonces era la mayor superficie comercial es hoy víctima de los problemas de accesibilidad del centro
El edificio se levantó en los terrenos del ex convento de San Francisco, adquirido al Estado al precio de 84.531 reales, colocándose la primera piedra el 29 de junio de 1873. A modo de curiosidad, merece la pena mencionar que los forjados de hierro fueron realizados en los talleres de Joseph Paris, en Marchiennes (Bélgica). El Mercado Central de Abastos fue diseñado por el arquitecto valenciano José Esteve y López, que murió en Jerez en 1901 y a quien la ciudad dedicó la plaza que lleva su nombre y que se sitúa precisamente junto a una de sus obras más reconocidas. Es de estilo neoclásico.
A la hora de plantear este edificio, Esteve empleó el hierro fundido que él mismo había introducido en España. El conjunto se presenta como la culminación del mercado organizativo. Combina la piedra, el hierro y el vidrio. Fachadas clásicas de piedra con adornos bicolor. Cubiertas de madera acogen armazones de hierro fundido. Amplios ventanales facilitan la iluminación natural.
El edificio fue rectangular y tenía una superficie total de 3.228,6 metros cuadrados. A mediados del pasado siglo XX se ejecutó una primera reforma que vino a cercenar buena parte del conjunto. De la portada principal fueron eliminadas las tres naves que daban a la plaza Esteve. Este espacio fue ocupado por un edificio de dudosa valía arquitectónica, que se mantiene en pie a pesar de que hace unos años llegó a especularse con la posibilidad de que fuera derribado.
Además, y con el objetivo de mantener el número de establecimientos, se habilitó una segunda planta que restó buena parte de su belleza al conjunto.
La segunda gran reforma
El lamentable estado de conservación del edificio llevó a su cierre el 2 de junio de 1983, acometiéndose a partir de entonces una ambiciosa reforma que confirió al conjunto el aspecto actual. Una de las actuaciones más llamativas consistió en la eliminación de esa segunda planta, que las nuevas generaciones de jerezanos no han conocido. Esta operación redujo de manera notable el número de establecimientos y otorgó una mayor sensación de amplitud al conjunto, recuperándose además la imagen que había sido concebida por Esteve.
Mientras duraron las obras de reforma, que fueron inauguradas por el entonces alcalde Pedro Pacheco el 28 de junio de 1984, los comerciantes debieron trasladarse de manera provisional a la galería que hoy ocupan las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) en la calle Diego Fernández Herrera. La falta de espacio obligó incluso a que algunos puestos se colocaran sobre la vía pública, frente a lo que hasta hace unos años era la entrada principal de la estación de autobuses.
Tras la reforma, el Mercado Central de Abastos pasó de 227 a 105 puestos, repartidos de la siguiente forma: 16 de carnes; 33 de pescados; 40 de frutas; 10 de varios; y 6 recovas. Además, se instalaron carritos para la venta del pescado en los patios interiores del edificio, que dejaron de existir con la actuación acometida recientemente en esta zona de la plaza de abastos.
Con 125 años a sus espaldas, la otrora gran superficie de la ciudad ha perdido buena parte de su pujanza económica. Hace ya mucho tiempo que la plaza de abastos dejó de ser el gran referente comercial de los jerezanos, que ahora disponen de una amplia oferta de establecimientos de todo tipo en los que satisfacer sus necesidades.
Sin embargo, y por mucho que cambien los tiempos, nadie puede negar el indudable atractivo de este espacio, que se ha convertido además en reclamo turístico para quienes visitan la ciudad. Como bien dice Manuel Tinoco -que lleva 54 años de tendero en la plaza de abastos- “a la gente le gusta seguir viniendo al centro a comer los churritos de la plaza y a ver los escaparates”. Y mientras ello siga así, el fenomenal edificio de Esteve se mantendrá como referente de la vida diaria de esta ciudad.
Las ventas han caído “un 50 ó 60%”
Juan Pablo González Blanco es el presidente de la asociación de comerciantes del Mercado Central de Abastos. Asegura que el negocio ha caído “un montón” de un par de años hacia acá, coincidiendo sobre todo con los cambios introducidos en las líneas de autobuses. Por eso, su primera reivindicación pasa por recuperar las paradas perdidas en la plaza Esteve, así como en otros lugares estratégicos de la ciudad que nutrían de clientes a la plaza de abastos. La pérdida de 4,5 millones de pasajeros registrada en los últimos años ha derivado en un descenso de las ventas en el mercado que González Blanco cifra en “un 50 ó 60 por ciento”.
El pasado jueves, el Ayuntamiento puso en marcha una iniciativa consistente en ofrecer servicio de autobús gratuito al centro. Según los comerciantes, se trata de “un mamarracho” que tiene como objetivo “callarnos la boca”. “Ni se nos ha consultado, ni se han barajado horarios ni días... Eso no se hace así. Ese tipo de iniciativas deben consensuarse con los comerciantes, que somos quienes sabemos que hay días peores y mejores de ventas. Lo primero que tienen que hacer es ampliar el horario de esa gratuidad, porque de 10.00 a 12.00 no da tiempo de nada. Y sobre todo hacer más publicidad. La gente no sabía nada y yo mismo me enteré por la tarde, cuando ya había pasado todo”, lamenta.
Juan Pablo González lleva 26 años trabajando en la plaza de abastos. “De pequeño ayudaba a mi padre, que tenía tres negocios, y por aquí no se podía ni andar. La gente compraba con alegría, no como ahora. El problema es que hay muchas medianas y grandes superficies y que además han cerrado las grandes empresas que había en Jerez”.
“Esto no ha dado para hacerse millonario, pero sí para criar a los hijos”
Las sagas familiares se siguen imponiendo en la plaza de abastos 125 años después de su apertura. Manuel Tinoco Arias es un clásico exponente de esta tradición. Lleva 54 años trabajando en el mercado. Anteriormente, su madre había entregado 46 años de su vida a este mismo oficio. “Ahora espero a jubilarme a ver si el negocio puede pasar a mi hijo”, explica, mientras es testigo diario de la crisis económica y del cambio de los hábitos de consumo. “Antes se vendía mucho más que ahora, porque las familias hacían de comer en sus casas. Hoy se come mucho prefabricado”, lamenta.
En cualquier caso, nadie debe llevarse a engaño. El trabajo de estos comerciantes siempre fue sacrificado. “Esto no ha dado nunca para ponerse millonario, pero sí para poder criar a los hijos. Gracias a Dios, estoy bien”, resume quien ha tenido la oportunidad de asistir en primera persona a las sucesivas reformas acometidas en el edificio. “Recuerdo cuando las carnes y los pollos estaban en la planta de arriba. Los puestos eran quizá un poco más grandes que ahora, lo que pasa es que ahora tienen más vista. Cuando cerraron la plaza estuvimos un año en Madre de Dios y lo pasamos bastante mal, porque aquello no reunía condiciones. También lo pasamos mal cuando hicieron las obras del aparcamiento subterráneo (Esteve-Doña Blanca), porque la gente no podía llegar hasta aquí”, comenta. A pesar de que el cambio en los hábitos de consumo ha afectado, para Manuel Tinoco el mayor problema de la plaza de abastos viene dado por las dificultades que existen para acceder al centro en coche.
“Eso es lo que más nos está perjudicando, que aquí no se puede parar con el coche porque los guardias están esperando a que pares para cazarte como a un conejo. Eso aleja a la gente, porque en las grandes superficies no se da ese problema”, resume.
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