Si hay un sitio donde las rebajas parecen perpetuas es en el mercadillo de los martes, un lugar en el que todo el año se pueden encontrar lo que se suele conocer como gangas, las ofertas que hacen que la crisis sea más llevadera si cabe, porque cualquiera que vaya a los gitanos puede encontrar una prenda por poco dinero.
Pero como ocurre en todas las temporadas de rebajas en los centros comerciales o en las tiendas del centro o de cualquier espacio comercial, los precios si cabe bajan aún más en verano, al igual que en invierno, cuando los comerciantes ambulantes están a punto de cambiar su género por el de la nueva temporada. Eso sí, la crisis no está siendo favorable tampoco para estos comerciantes, “porque la gente se da muchos paseos, mira las prendas pero apenas compra”, explican, y las grandes jornadas de calor “no están siendo muy buenas, porque la gente no se anima a venir, o viene y cuando ve que hace tanta calor, a pesar de que estamos muy cerquita del mar, de la playa, se vuelven sin ver nada”.
Por ello, ni los precios baratos están siendo favorables para que estos comerciantes puedan sacar beneficio, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de ellos tienen que desplazarse desde localidades vecinas, algunos desde las más cercanas, como Jerez, San Fernando, Cádiz o algunos pueblos de la Sierra, pero la mayoría desde Sevilla.
Con todo, siguen confiando en poder continuar echando prendas fuera, porque en agosto comenzarán a adquirir prendas nuevas, para la temporada de invierno, “y así no vemos color al dinero que ya nos hemos gastado. Aunque sabemos que no vamos a conseguir recuperar el dinero que ya hemos invertido, por lo menos queremos, como le ocurre a cualquier otro comerciante, es no tener que quedarnos con la ropa, porque para nosotros es más complicado que para las tiendas poder desprendernos de lo que nos sobra cuando acaba una temporada y empieza otra nueva”.
Los más cucos
Para acudir al mercadillo de los martes hay que tener ciertas características, sobre todo buen poder de convicción, si nos gusta regatear, pero también hay que ser muy cuco para poder controlar las prendas, para que no tengan fallos o como se dice comúnmente, “no nos den gato por liebre, porque muchas veces las prendas vienen con agujeritos, o con algunos errores o marras, y por vender, nos lo cuelan, que es lo que intentan claro, pero para eso tenemos que tener cuatro ojos, y no dos”, explica una cliente asidua del mercadillo.
El mercadillo de cada ciudad es particular, y hay quien prefiere unos a otros. Por eso hay quien incluso acude desde otras localidades al portuense, porque “tiene mucha variedad. En el de Puerto Real por ejemplo hay mucha tienda de complemento o de niño pequeño, pero en cambio aquí, yo por lo menos, puedo encontrar ropa para mí y para mis hijas, que son adolescentes”, explica una clienta, que además, asegura que “también me viene muy bien para comprar ropa interior, porque en las tiendas es bastante cara, y muchas veces no merece la pena, sobre todo si se trata de los calcetines o las medias, que se rompen enseguida”.