El Alzheimer es la principal causa de demencia en el mundo y afecta a más de 800.000 personas en España. En Andalucía, se estima que hay más de 120.000 personas que padecen esta enfermedad neurodegenerativa, que se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria, el pensamiento, el lenguaje y otras funciones cognitivas. Se estima que cada año surgen entre 150 y 200 casos nuevos de enfermedad de Alzheimer presenil en menores de 65 años en Andalucía.
El Alzheimer es una enfermedad incurable y sin tratamiento efectivo por el momento, así que su diagnóstico precoz es fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familiares, al igual que para planificar el futuro y acceder a los recursos disponibles.
Sin embargo, detectar el Alzheimer en sus primeras etapas no es fácil, ya que sus síntomas iniciales pueden confundirse con los cambios normales del envejecimiento o con otras patologías. Por eso, es importante estar atento a las siguientes señales de alerta:
- • Pérdida de memoria que afecta a la vida cotidiana. Por ejemplo, olvidar citas, nombres, números de teléfono o conversaciones recientes.
- • Dificultad para resolver problemas o planificar tareas. Por ejemplo, tener problemas para seguir una receta, pagar facturas o hacer cálculos simples.
- • Desorientación temporal o espacial. Por ejemplo, perderse en lugares conocidos, no saber qué día o mes es o confundir las estaciones del año.
- • Problemas de lenguaje o comunicación. Por ejemplo, tener dificultad para encontrar las palabras adecuadas, repetir lo mismo varias veces o no entender lo que se dice.
- • Cambios de humor o de personalidad. Por ejemplo, mostrar apatía, depresión, ansiedad, irritabilidad o agresividad sin motivo aparente.
- • Pérdida de interés o de iniciativa por las actividades que antes se disfrutaban. Por ejemplo, abandonar aficiones, hobbies o proyectos personales.
- • Dificultad para realizar tareas habituales. Por ejemplo, vestirse, asearse, cocinar o conducir.
- • Problemas de visión o percepción. Por ejemplo, tener dificultad para leer, reconocer colores o formas o juzgar distancias.
- • Alteraciones del sueño o del ritmo circadiano. Por ejemplo, dormir más o menos de lo habitual, tener insomnio o invertir el ciclo de sueño-vigilia.
- • Falta de juicio o de criterio. Por ejemplo, tomar decisiones inapropiadas, imprudentes o peligrosas.
Si se presenta alguno de estos síntomas, se recomienda consultar con un médico lo antes posible para realizar una evaluación exhaustiva y descartar otras posibles causas. El diagnóstico del Alzheimer se basa en la historia clínica, los antecedentes familiares, los exámenes físicos y neurológicos, las pruebas cognitivas y las pruebas complementarias como análisis de sangre, resonancia magnética o tomografía computarizada.
Aunque no existe una cura para el Alzheimer, existen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que pueden ayudar a aliviar los síntomas y a retrasar el avance de la enfermedad. Estos tratamientos deben ser individualizados y supervisados por un equipo multidisciplinar formado por médicos, enfermeros, psicólogos, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales. El Alzheimer es una enfermedad que afecta no solo al paciente sino también a su entorno. Por eso es importante estar informado sobre sus síntomas y su diagnóstico precoz.