El Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada ha analizado lo que califica como “desigual” gestión de Marruecos y Argelia ante los “dos terremotos más devastadores del Magreb en las últimas decadas”.
El vicepresidente del Instituto Coordenadas, Jesús Sánchez Lambás, señaló que "la acción de Marruecos en la reciente crisis sísmica ha estado a la altura de los estándares occidentales en la gestión de seguridad, crisis y emergencias: transparencia informativa dentro y fuera del país, profesionalización en la respuesta, estructura administrativa de toma de decisiones, etc... Ha dispuesto del apoyo internacional a los dos lados del Atlántico. Desde luego, a años luz de otros episodios dramáticos vividos en la región recientemente. En la iconografía marroquí se toma en consideración las grandes ciudades, la costa y el Sáhara; pero el Atlas es un elemento central de su geografía, con importantes centros mineros, ha condicionado como un desafio a las acciones paliativas y, a pesar de ello, la respuesta se puede calificar de modélica”.
Esta entidad expone que el devastador terremoto sufrido por Marruecos en la madrugada del pasado 8 de septiembre, que dejó casi 3.000 muertos y más de 5.500 heridos, “ha vuelto a despertar, como en la gran mayoría de las catástrofes que sufre el planeta, una oleada de solidaridad internacional con medios humanos, materiales y económicos que, junto a la respuesta del gobierno marroquí se ha traducido en que el país haya recuperado la normalidad e iniciado la reconstrucción urgente de las zonas más afectadas”.
Añade que de lós últimos terremotos más devastadores en el Magreb, “como el de mayo de 2003 en Argelia, el de Marruecos ha puesto a prueba la respuesta de autoridades, servicios de emergencia y comunidad internacional. Al margen de la ayuda ofrecida desde el primer momento por empresas públicas, privadas, ONG’s y diferentes países, entre los que se encuentra España que envió a su Unidad Militar de Emergencias (UME), el gobierno marroquí, con su monarca Mohamed VI a la cabeza, anunció la creación de un Fondo Especial para la gestión de los efectos del terremoto”.
“El rey Mohamed VI se puso al frente del equipo de coordinación y respuesta y, al margen de la acción sobre el terreno de las Fuerzas Armadas y los servicios de emergencia para ayudar las tareas de rescate y asistencia humanitaria, una de sus primeras decisiones fue donar 100 millones de euros de su propio patrimonio personal para la reconstrucción en las zonas más afectadas. El propio monarca presidió y dirigió la reunión que abordó los planes para el realojo de las víctimas en las cinco regiones más afectadas de una manera rápida y segura”, sostiene el Instituto Coordenadas.
Dice que el plan del gobierno aseguraba “viviendas temporales para las personas que se quedaron sin hogar, diseñadas para resistir el frío y el mal tiempo que se espera a partir de las próximas semanas. Entre las medidas que se adoptaron para ayudar a la población se otorgó 3.000 euros a cada familia afectada por el sismo; 8.000 euros para la reparación de viviendas dañadas; y 14.000 euros para los casos en que el edificio o las viviendas quedasen totalmente destruidas. En las reuniones que presidió Mohamed VI también incidió en la importancia de mejorar las infraestructuras y la calidad de los servicios públicos en las zonas afectadas y ordenó que a los niños que se habían quedado huérfanos a causa del desastre se les concediera el estatus de Tutelados de la Nación”.
Según el Instituto Coordenadas, "al margen de la reconstrucción y la atención a las víctimas y damnificados, una de las prioridades del gobierno marroquí fue recuperar de forma inmediata la normalidad y la actividad, principalmente la turística, que es uno de los motores de la economía del país. Según los datos del Fondo especial del seísmo, que registra las contribuciones públicas, apenas una semana después de la catástrofe se había recaudado la cifra de los 500 millones de euros, una cifra que no incluye las donaciones de particulares ni las donaciones en especie, las cuales se estiman en varios millones de euros y son destinadas directamente a los damnificados por el terremoto. Por otro lado, la ola de solidaridad hizo que decenas de miles de empleados y funcionarios públicos, así como representantes electos, decidiesen donar al menos un mes de su salario".
Concluye indicando que “la comparación de las reacciones de las autoridades de la catástrofe en Marruecos con el desastre sísmico que ocurrió el 21 de mayo de 2003 en la región de Boumerdes, en la costa norte de Argelia desvela grandes diferencias en la gestión del desastre, tanto por las relaciones internacionales, la crítica situación política en el caso de Argelia, y las durísimas acusaciones recibidas por las autoridades argelinas de sus propios conciudadanos. El sismo de Boumerdes tuvo una magnitud de 6.8 en la escala de Richter y causó una devastación significativa en la zona, dejando miles de personas fallecidas, heridas y desplazadas. Se estima que murieron alrededor de 2,266 personas y resultaron heridas más de 10,000. La gestión del gobierno argelino frente al terremoto de 2003, también, enfrentó desafíos en la respuesta inicial, coordinación y capacidad de recursos. Sin embargo, las autoridades argelinas se mostraron desbordadas”.
“La descoordinación”, sostiene esa entidad, “fue palpable a todos los niveles y la respuesta a las víctimas fue inadecuada. Se señalaron deficiencias en la rapidez y eficiencia de la respuesta inicial, así como en la coordinación y distribución de recursos. También se criticó la capacidad limitada para brindar ayuda y viviendas temporales adecuadas a las víctimas, especialmente en áreas gravemente afectadas. La comunicación y la difusión de información precisa también fueron problemáticas. Esta realidad puso de manifiesto la debilidad del Estado argelino. Mientras Marruecos, en su reciente terremoto, seleccionó y organizó la ayuda internacional acudiendo a países amigos como España para que no hubiese caos y descoordinación, en Argelia el gobierno aceptó y presumió del gran respaldo internacional, como no podía ser de otra manera ante tal catástrofe. Sin embargo, la comunidad internacional también emitió críticas y preocupaciones sobre la respuesta y gestión del gobierno argelino ante el terremoto de 2003. Hubo inquietudes acerca de la rapidez con la que se proporcionó asistencia a las víctimas y se coordinaron los esfuerzos de ayuda. Algunos países y organizaciones expresaron su preocupación por la necesidad de una respuesta más ágil y eficaz para hacer frente a la magnitud del desastre”.
Finalmente, asegura que en Argelia, a diferencia de Marruecos donde surgió una ola de solidaridad y patriotismo, gran parte de la población manifestó su indignación y acusó al gobierno de falta de preparación. En suma, la gestión de las autoridades marroquíes frente al devastador terremoto de septiembre de 2023 está demostrando agilidad y eficacia notables. Bajo el liderazgo del rey Mohamed VI, se han tomado medidas rápidas y decisivas para la reconstrucción y el apoyo a las víctimas. Además, se está promoviendo la normalización de la actividad económica, especialmente en el sector turístico, clave para la economía del país. En comparación, la respuesta a los terremotos en Argelia en mayo de 2003 mostró demoras, descoordinación, incapacidad y críticas, destacando la diferencia en la preparación y ejecución de las estrategias de recuperación. Marruecos ha logrado coordinar eficientemente la ayuda internacional y movilizar recursos para la reconstrucción, marcando así una gestión más ágil y efectiva en medio de la tragedia. La gestión del Estado marroquí está dejando lecciones positivas para la gestión ante futuras catástrofes".