No me gusta un pelo la amnistía a los políticos independentistas catalanes, pero me parece una impostura apocalíptica afirmar que Pedro Sánchez es un peligro para la democracia de este país, que esté dando un golpe de Estado u otras gruesas acusaciones más propias de hipérboles que de realidades. Me irrita que el presidente del Gobierno defienda ahora lo que antes negó, pero ¿qué político de este país resiste una hemeroteca sobre su pasado? Me fastidia enormemente que el prófugo Carles Puigdemont no sea juzgado por los delitos que ha cometido, pero sinceramente no creo que el Estado español esté pidiéndole perdón por haberlo perseguido por sus desmanes. Me enerva que se perdone a los vándalos que aprovecharon el simulacro de referéndum para emplear la violencia contra los Cuerpos de Seguridad –a los trabajadores que se extralimitaron en la huelga del metal de Cádiz no les van a amnistiar-, pero no creo que eso dé carta libre a actos vandálicos en el futuro en cualquier territorio de España.
Me enoja muchísimo que el futuro de este país siempre haya dependido, en buena medida, de los votos de catalanes y vascos, pero el PP no puede criticar que el PSOE busque apoyos que aceptaron sus líderes Aznar y Rajoy. No me gusta la condonación de parte de la deuda a Cataluña, pero no entiendo que las comunidades gobernadas por el PP digan que no quieren que se les condone a ellas cuando llevan semanas y meses reclamando el mismo trato económico en todos los territorios.
Me cabrea que fuerzas minoritarias puedan condicionar las políticas de la mayoría, pero ni PSOE ni PP tuvieron nunca la altura de miras para reformar la Ley Electoral que garantice la igualdad de los votos en todo el Estado español y que establezca que gobierne siempre la lista más votada. Me parece bien que los populares reclamen que debería gobernar la lista más votada, pero para ello deberían dar ejemplo y no reclamar lecciones que para ellos no existen.Me enfada que el PSOE discuta el verdadero socialismo de históricos o no tan históricos dirigentes, pero me resulta vomitivo que el PP llame al trasfuguismo en las filas del adversario político.
Me fastidia no poder hablar de política con mis amigos de distintas ideologías sin que terminemos cabreados, pero más me indigna que políticos que lo han sido todo en este país inciten a las masas a actuar y manifestarse ante la sede del PSOE cuando criticaron en su día, y con razón, que rodearan el Congreso o, sin ir más lejos, el Parlamento andaluz.
Lo dicho, me da mucha pena que los españoles tengamos que elegir entre hambre o sed.
