En un intento por posicionarse como líder en la transición hacia los combustibles renovables, Repsol ha anunciado su “ambicioso” plan de superar las 600 estaciones de servicio con combustible 100% renovable a finales de 2024. Aunque la compañía multienergética destaca los beneficios ambientales y la versatilidad de estos combustibles, diversos aspectos negativos plantean interrogantes sobre la verdadera sostenibilidad de la iniciativa.
Uno de los principales cuestionamientos se centra en la rapidez con la que Repsol pretende expandir su red de estaciones de servicio con combustible renovable, lo que podría generar cierto escepticismo.
Según ha anunciado en un comunicado Repsol, el objetivo de “acelerar su apuesta por los combustibles renovables y definir un nuevo objetivo de expansión en su red de estaciones de servicio en la Península Ibérica “es reducir las emisiones del transporte y alcanzar la neutralidad climática en 2050”. Sin embargo, esta iniciativa no está exenta de críticas y controversias, ya que los combustibles renovables también tienen un impacto negativo en el medio ambiente y la sociedad.
QUÉ SON LOS COMBUSTIBLES RENOVABLES Y SUS RIESGOS
Los combustibles renovables son aquellos que se obtienen a partir de fuentes de energía renovable, como la biomasa, el hidrógeno o el biogás. Estos combustibles pueden usarse en los vehículos actuales sin necesidad de modificar los motores ni las infraestructuras de distribución y de repostaje. Según Repsol, los combustibles renovables permiten reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) respecto a los combustibles fósiles. No obstante, los combustibles renovables también presentan una serie de inconvenientes y riesgos que ponen en duda su sostenibilidad y su viabilidad, tal y como han publicado con anterioridad medios como El Economista, que precisamente este lunes anunciaba que “una fundación ambiental exige a Repsol 1.200 millones en un juzgado de Holanda por el vertido de Perú”, o Cinco Días.
Entre los riesgos que apuntan los expertos figuran la competencia generada por el uso de la tierra y el agua. La producción de combustibles renovables requiere de grandes extensiones de terreno y de recursos hídricos para el cultivo de la biomasa o la generación de hidrógeno. Esto puede provocar la deforestación, la desertificación, la pérdida de biodiversidad, el aumento de los precios de los alimentos y los conflictos sociales…
Por tanto, no se descarta la contaminación ambiental. La producción de combustibles renovables puede generar residuos tóxicos, emisiones de gases contaminantes y vertidos de aguas residuales que afectan a la calidad del aire, del agua y del suelo. Además, el uso de estos combustibles no elimina por completo las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, sino que las desplaza a otras etapas del ciclo de vida.
Otro de los aspectos negativos es la dependencia de recursos no renovables. La producción de combustibles renovables depende de la disponibilidad de recursos no renovables, como los fertilizantes, los plaguicidas, los metales y los minerales. Estos recursos son escasos, caros y tienen un alto impacto ambiental en su extracción y procesamiento.