"Vamos a sentir en andaluz”, invitaba el presidente de la Junta de Andalucía,
Juanma Moreno, al finalizar su discurso con motivo de la entrega de las
Medallas y distinciones como
Hijos Predilectos, de
José Mercé y Santiago Muñoz Machado, un
acto marcado por el “ser andaluz”, salpicado de
momentos emotivos, especialmente en el recuerdo de los
dos agentes de la Guardia Civil asesinados en Barbate, y musicales, desde la saeta inicial a la que siguió la Banda del Rosario de Cádiz, a las coreadas actuaciones de
Danza Invisible o Jarcha, pasando por el homenaje a la bandera por soleá de Mercé o la interpretación con la que concluyó
Pablo López, con el patio de butaca ahogando su voz entre el público en las últimas estrofas del Himno de Andalucía.
Ese sentir andaluz marcó buena parte del acto y también del discurso de
Juanma Moreno, que no dudó en convocar a los andaluces “a
exigir el mismo trato para Andalucía que para los demás, desde la fraternidad y la solidaridad con todos y cada uno de los territorios de España” y “a defender la
igualdad entre españoles, sin privilegios para nadie”. “Ese es
el andalucismo en el que yo creo”, decía Moreno, que antes había defendido que “Andalucía es el clamor por la igualdad que expresamos juntos el primero
28F y hoy
sigue siendo necesario. Es tener la dignidad de
no ser menos que nadie”.
Una democracia que funcione “desde la
pluralidad y lejos de sectarismos”, defendía el presidente andaluz, porque “no tienen cabida en nuestra forma de entender la vida” y, “sin arrogancia”,
aplicando “la vía andaluza”, con igualdad y diálogo, con respeto a las leyes y con transparencia, aseguraba.
Moreno tiraba también de
tradición para dibujar esa Andalucía “
que no sé explicar y en lo que me va la vida”, la Andalucía del “flechazo” de la campaña ‘Andalusiah Crush’ que marcaba buena parte de la gala pero también la de la
digitalización, la industria
aeroespacial, la del centro de
ciberseguridad de Google, la de la
apuesta científica y tecnológica, la comunidad puntera en
energías renovables pero también la de quienes “sufren dolor, injusticia, desigualdad”, invitando a
“no perder nunca la esperanza”.
Además,
presumía de “avance económico, laboral y de prestigio” en Andalucía, que “alcanza récords antes impensables” en turismo, autónomos, profesionales sanitarios, hospitales y centros de salud, recaudación, exportaciones o inversión extranjera productiva. Frente a los récords, como
superar a Madrid en número de empresas activas, Moreno reconocía que
“tenemos muchas cosas que mejorar”, citando a parados, listas de espera o la violencia de género, aunque apuntaba la
vía del diálogo y el acuerdo, como con
Doñana, porque “
Andalucía está por encima de toda ideología y de cualquier sigla política”, arrancando un
sonoro aplauso de los presentes, que se repetía cuando expresaba su
apoyo a las reclamaciones de agricultores y ganaderos.
Pero si hubo un
momento emocionante de su discurso fue su referencia a
Miguel Ángel González y David Pérez, “los dos guardias civiles asesinados en Barbate”. “No se me van de la cabeza”, decía cuando en el fondo del escenario se reproducían sus
fotografías, lo que puso al
público en pie para rendirles un
sonoro y largo reconocimiento en forma de aplauso emocionado, mientras reivindicaba que las fuerzas y cuerpos de seguridad “deberían contar con los medios necesarios” para desarrollar su labor.
Un carrusel de emociones y de muchos tipos
Lo cierto es que
la emotividad y la complicidad con el público salpicaron toda la gala. Si ya se
cargaban las tintas de la esencia andaluza arrancando con una
saeta de Manuel Cuevas, que hasta Eva González -conductora de la gala por quinto año consecutivo- reconocía que casi se había ahogado ella escuchándolo, y con la banda
Rosario de Cádiz interpretando ‘Eternidad’ sobre el escenario, la
ovación se la llevaba
Sarah Almagro, a la que recibió el
público en pie mientras subía al escenario con sus cuatro prótesis para recoger su medalla al mérito deportivo por sus triunfos en el surf.
Igual
empatía demostró el público cuando
José Mercé, tras recoger su título de Hijo Predilecto,
recordó a su hijo Curro, fallecido hacía 30 años. “Jamás desaparece lo que nunca parte”, recordaba subido aún en una nube, porque para el genial cantaor “
no hay una cosa más importante que ser andaluz y si encima soy Hijo Predilecto, para qué quiero más”.
Gratitud, insistía Mercé, que lo recibía como un reconocimiento a la “dedicación a un
trabajo que requiere mucho esfuerzo y con el que nunca se acaba de estar satisfecho. Se busca en todo momento la perfección, la excelencia y la perfección es difícil de conseguirla”.
Y José Mercé lo hacía extensivo a “
toda la gran familia de artistas flamencos que dan lo mejor de sí mismo por los escenarios del mundo”, unos “artistas maravillosos que son
igualmente hijos predilectos de esta tierra” y se despedía con un
“Viva el arte, viva el flamenco y viva Andalucía”. Antes, había subido al escenario para cantar por
soleares para deleite de los amantes del flamenco,
homenajeando a la bandera andaluza e incluso con una
reiterpretación del himno de Andalucía al final.
“
Nada mejor nos va a ocurrir en el resto de nuestras vidas que este abrazo de la patria andaluza, porque nada puede superar la satisfacción que produce el reconocimiento y el cariño de la tierra que te vio nacer”, reconocía
Santiago Muñoz Machado, presidente de la Real Academia de la Lengua y también reconocido como
Hijo Predilecto, que tiraba del diccionario para elegir la palabra
“gracias” para expresar el sentimiento que albergaban los premiados, en cuyo nombre hablaba. Reconocía que podía haber elegido “alguno de los 800 andalucismos que figuran en la edición actual” del diccionario pero elegía ésa, “igualmente
hermosa y expresiva”.
Muñoz Machado recuperaba a
Andrés Fernández de Andrada, que escribió en su vida “un único poema”, la ‘Epístola moral a Fabio’, y renunció a cualquier fama y se apartó de la sociedad, algo que a “los demás nos resulta imposible” porque “
nuestras profesiones y oficios están pensados para servirla y hacer felices a los ciudadanos”.
La gala, a la que
no le faltó ni la irrupción de la Inteligencia Artificial, recuperó los sones de
‘Libertad sin ira’ en las voces de Jarcha, cuyos numerosos integrantes recibieron la medalla Manuel Clavero Arévalo, y de
‘Sabor de Amor’, cuando recogió la medalla de las Artes el grupo
Danza Invisible, dos actuaciones que contaron con la
participación más que activa del público del Teatro de la Maestranza.
La de las Artes también recayó en el grupo de sevillanas
Los Romeros de la Puebla, con la presentadora dando un “Viva La Puebla” mientras despedían a sus integrantes y a la hija y viuda de dos miembros ya fallecidos, mientras que las de Ciencias Sociales y Letras recayeron en
Ateneo de Sevilla y la cordobesa
Revista Ánfora Nova. La de Deporte, además de a Sarah Almagro, recayó en una aplaudidísima
María Pérez García, mientras que las de Solidaridad y concordia recayeron en la
Plataforma Andaluza de Voluntariado y en
Juan y Medio, otro
momento álgido de la gala.
El comunicador, muy emocionado, recibió la
sorpresa en el escenario: dos parejas de ancianos que habían rehecho sus vidas gracias a su mediación trasladaron al Maestranza un cachito de lo que es su
programa en Canal Sur, dar
visibilidad a su derecho a
enamorarse y mitigar su soledad. “No les dan confianza para que hallen pareja pero sí para dejarles los nietos”, decía Juan y Medio, que
reivindicaba su sitio, su derecho a decidir y la lucha por atajar su soledad “cuando todo lo que tenemos lo han hecho ellos”.
En Economía y empresa las medallas de Andalucía se otorgaban al constructor
José Luis Sánchez Domínguez (Sando) y a la cooperativa agroalimentaria
DCOOP; la de Investigación, ciencia y salud, a
Eva María Laín y a la
Confederación Andaluza de Alzheimer y Otras Demencias; al Mérito ambiental al historiador
Manuel Titos; a los Valores humanos, al
Cuerpo Nacional de Policía en sus 200 años, también aplaudidísimos, y a
Cruz Roja Andalucía; y a la Proyección de Andalucía, al cantante y músico
Pablo López, y a un emocionado
Álvaro Domecq, rejoneador, ganaderos, bodeguero y director durante años de la Real Escuela Ecuestre de Jerez de la Frontera.