Los menores pasan alrededor de cuatro horas diarias conectados a internet por medio de ordenadores y distintos dispositivos electrónicos fuera de la escuela, según el estudio ‘De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales’ de la plataforma de seguridad digital para familias Qustodio.
Por esa razón, y debido al carácter incontrolable de la tecnología, muchos padres utilizan herramientas de control parental para vigilar el uso que hacen sus hijos del teléfono móvil, evitar que accedan a contenidos inapropiados, controlar el tiempo que están ante la pantalla y regular el uso de aplicaciones (‘apps’) y los horarios de conexión a internet, explican (www.qustodio.com).
Con estas herramientas, que son programas informáticos que permiten a los padres administrar la actividad digital de sus hijos, se pueden establecer restricciones de acceso a determinadas ‘apps’, páginas web o contenidos, dependiendo de la franja de edad del usuario, o bloquear el uso de sus dispositivos electrónicos, en ciertos horarios, por ejemplo durante las comidas o las horas de clase.
Acceso libre a contenidos ocultos
“Pero muchos menores han descubierto la forma de librarse de estas restricciones usando aplicaciones ‘bóveda’ u ‘ocultas’ que, bajo el aspecto inofensivo de una cámara o una calculadora, esconden archivos, ocultan galerías y permiten burlar las herramientas de control parental”, según explica Eduardo Cruz, director ejecutivo de Qustodio.
Aunque la aparición de estas plataformas no es nueva, su uso está cada vez más en auge. “Con la ‘aplicación bóveda’ de la calculadora, basta con introducir una cifra que desbloquea el acceso al contenido, donde pueden esconder fotos, vídeos o incluso acceder a otras aplicaciones que estaban restringidas en un primer momento”, según apunta.
Algunas plataformas ocultas dan acceso sin restricción a la red TikTok o a navegadores donde los menores pueden ver contenido libremente y sin restricciones de edad, señala Cruz.
Destaca que el uso de herramientas camufladas “puede acarrear problemas en la educación digital de los más jóvenes, fomentando una pérdida de responsabilidad en el uso de los dispositivos electrónicos y el uso inadecuado de la tecnología, generándoles preocupación por estar escondiendo información”.
Señala que las ‘apps’ bóveda también exponen los menores a una serie riesgos.
Peligros y soluciones
“El problema no es solo que el menor acceda a contenido inadecuado, sino que además se conecte a un servidor que le pida información personal o datos privados, que puedan utilizarse para perpetrar una estafa, como ya ha ocurrido”, ejemplifica.
Otra de las consecuencias negativas que puede tener el uso de estas aplicaciones, “es que los menores pueden contactar con desconocidos, algo que muchos niños no consideran peligroso”, según Cruz.
Por eso, “es importante que los padres conozcan los riesgos que conllevan estas aplicaciones bóveda, y que se lo expliquen a sus hijos”, enfatiza Cruz.
Este especialista recomienda a las familias que establezcan una relación de confianza “para que sus hijos no tengan la necesidad de ocultar nada” y hablarles sobre los peligros que pueden tener determinados contenidos para los menores.
Para identificar las aplicaciones ocultas, desde Qustodio aconsejan comprobar la cantidad de calculadoras que tiene el móvil del menor, dado que “si cuenta con más de una, es probable que tenga instalada una aplicación bóveda”.
También aconsejan buscar el nombre de la aplicación “para ver si es una calculadora verdadera o no”.
“Otro de los escondites o maneras comunes de ocultar aplicaciones ocultas, son las cámaras de fotos. Para detectar estas ‘apps’ conviene revisar si la aplicación esconde funcionalidades secretas y comprobar si esta herramienta está repetida, al igual que hay que hacer con las calculadoras”, de acuerdo a Cruz.
“Algunos ‘indicios delatores’ de que un hijo pequeño podría estar usando una app ‘bóveda’, son: que pasa más tiempo del habitual ante el teléfono; que esconde el móvil o cierra una aplicación rápidamente cuando un adulto entra a su habitación; que solicita intimidad cuando antes no lo hacía o que se muestra reacio a enseñar cualquier contenido en su teléfono”, puntualiza.
“Además de comprobar si sus hijos tienen instaladas estas herramientas, los padres tienen que transmitirles confianza; crear un ambiente donde se hable con naturalidad de los peligros de acceder a diferentes contenidos a diferentes edades: y esforzarse en conocer el mundo ‘online’ en el que se mueven”, concluye Cruz.