El cambio de estación es tema inicial en los encuentros circunstanciales, tras el saludo cortés o el entrañable por amistad. La calle se llena de quejas por el frío, por el calor o por esos cambios bruscos a los que no terminamos de acostumbrarnos, aunque sean habituales hasta que el tiempo asienta.
Mayo no es una excepción. Comienza con este olvido, con la referencia a las bajadas de temperatura que las comuniones caldean con la ilusión de un día en familia, sin que el clima sea un inconveniente y si lo fuera, hay opciones para que todo se desarrolle con normalidad y alegría. Sin embargo, el actual principia con los viajes sin regreso de Paul Auster y Victoria Prego, escritor y periodista respectivamente,que hicieron de la palabra un arma poderosa para que el receptor nunca olvidara cómo la trabajaron para sonar desde las páginas o a través del micrófono.
Las primeras noticias de la mañana del uno de mayo hablaron de Paul Auster en pasado. De él no pueden separarse el cigarrillo y los ojos, un binomio que habla, nos remite y acompaña en sus obras. En ellas hay un hueco entre el narrador y los personajes, un rincón en una escena, un soplo en la atmósfera de situación donde se eleva la columnilla de humo que no llega a velar la profundidad, la firmeza de su mirada. Es por ello que no podemos desligar esta imagen de cuanto está firmado por él, guiones, obras de teatro, poesía, cuento, ensayo y novela donde definió el estilo propio que le identifica. Lo vemos, por ejemplo, en
Tombuctú, donde narra la amistad entre un poeta vagabundo y
Míster Bones, el perro que lo acompaña en el viaje hacia un lugar mejor. Los ojos de Auster se vuelven caninos para contar esta ventura entre carreras, ladridos y las últimas muestras de cariño.
Victoria Prego inició su viaje hacia el mediodía, momento en que las agencias difundieron la noticia. La recordamos por la forma de transmitir la sencillez, la seguridad y la contundencia que apreciamos en las entrevistas que hemos revisado últimamente. Siempre ligada a la información y su predilección por la política exterior, comenzó a trabajar en periódicos para luego pasar a Televisión Española, inolvidable aquellos telediarios junto a Joaquín Arozamena, si bien,el tono de la voz y la clara dicción aportaban rigor y agilidad al desarrollo y contenido de la noticia.
Auster y Prego, son artistas de la palabra y, como muchos otros, forman parte de nuestra vida y nuestra cabecera. Ellos son ahora quienes nos esperan para llenar nuestros momentos revisando entrevistas, releyendo artículos y reviviendo las caricias entre las orejas de
Míster Bones.