Melissa Leo es una de esas actrices estupendas a las que el éxito les llega algo tarde. Hace un par de años estuvo nominada al Oscar a la mejor actriz por su dramático papel en la película independiente The frozen river, y ahora, en su segunda oportunidad, ha podido llevarse la estatuilla a casa por The fighter. Es lógico que después de tantos años de dedicación y sacrificio sin reconocimiento público alguno, se deje llevar por los nervios a la hora de recoger el premio, no atine con el discurso preparado y sí con la naturalidad de las emociones desde las que exclamó un inocente fucking que fue censurado por la ABC para no escandalizar a su millonaria audiencia. Tal vez, visto desde España, cuna de voraces deslenguados, nos parezca más escandaloso la censura que el improperio, pero lo que nunca llegaremos a entender que la ofensa de un fucking o un pezón estén por encima de las interesadas campañas militares en Iraq o en Afganistán.