Centralización

Publicado: 25/02/2025
Es el nuevo “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, donde se simula descentralización
En sus principios para aprender a dirigir, el ingeniero francés Henry Fayol consideraba que la centralización es una cuestión de orden natural, al igual que la división del trabajo, ya que, en cualquier organismo animal o social, las sensaciones convergen hacia el cerebro o a la parte directiva, y desde allí se envían las órdenes que mueven a todas las partes del organismo. La centralización siempre está presente en mayor o menor medida, y la cuestión sobre centralizar o descentralizar es una simple cuestión de proporción, de encontrar el nivel adecuado en cada situación.

En las empresas pequeñas, donde las órdenes del dueño o del gerente van directamente a los empleados hay una centralización total. En las grandes, donde hay una cadena de mando más o menos larga, las órdenes deben atravesar una serie de intermediarios, y es posible que algo se modifique, porque cada empleado, de forma intencionada o no, pone algo de sí mismo en la transmisión y en la ejecución de las órdenes y de la información que recibe. Qué decisiones deben centralizarse o descentralizarse dependen de la capacidad y fiabilidad de directivos y empleados, y de cada situación. El grado de centralización debe variar según el caso para conseguir emplear de forma óptima todas las habilidades y facultades del personal. Todo lo que aumente la importancia del papel de los subordinados es descentralización, mientras que todo lo que lo reduce es centralización. Ambas presentan ventajas e inconvenientes.

En la práctica, en muchas ocasiones, no es una cuestión de tener organizaciones más o menos centralizadas o descentralizadas, sino de simular descentralización. Se centraliza lo que es esencial e importante y se descentraliza lo rutinario, intrascendente y burocrático. Se da apariencia de que se deja participar y tomar decisiones “aguas abajo”, pero se suele descentralizar la parte operativa, no la estratégica. Se despliegan directivos más próximos al cliente o al ciudadano, que realmente no tienen autoridad para tomar decisiones importantes, solo para aplicar los procedimientos establecidos, junto con una burocracia que ocupa a los niveles inferiores para que crean que están decidiendo algo.

Esta descentralización aparente es una forma actualizada de despotismo ilustrado. Los líderes autoritarios buscan mantenerse en el poder haciendo algunas cosas para mejorar la vida de los demás, pero sin darles poder real o participación en la toma de decisiones. Es el nuevo “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, donde se simula descentralización, pero se decide desde los niveles superiores con la justificación de que se actúa en beneficio de los demás.

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