Hace poco escribí un artículo de opinión sobre MUFACE para aclarar muchos malos entendidos que se estaban divulgando en la sociedad española y también para dar a conocer el origen, significado y las consecuencias de su desaparición. El texto que a continuación escribo no es mío, es un texto que ha sido elaborado por los mutualistas para que cada uno lo dirija a los directores de los diferentes periódicos que se publican hoy en día, con el fin de que los divulguen en sus medios.

Soy consciente de los miles de temas de los que se puede escribir, tal y como está el mundo, pero éste también tiene su importancia y he considerado oportuno y conveniente, como articulista de este medio, aprovechar mi apartado ‘Trópico de letras’ para darle más difusión y propagación. El texto dice así:

“En los últimos tiempos, se ha generado cierta confusión en torno a la naturaleza del sistema de prestación sanitaria que ofrece la Mutualidad General de Funcionarios civiles del Estado (MUFACE).

Es importante aclarar que MUFACE no es un sistema de sanidad privada, sino un modelo de sanidad concertada, y esta distinción es fundamental para comprender su funcionamiento y su impacto en la administración pública y en los funcionarios que se benefician de él.

MUFACE es un organismo público que gestiona las prestaciones sanitarias para los funcionarios públicos y sus familiares. Su objetivo es garantizar el acceso a servicios médicos de calidad, complementando la oferta del sistema público de salud.

A diferencia de la sanidad privada, que opera bajo criterios de mercado y con ánimo de lucro, MUFACE establece convenios con entidades privadas y mutualidades para ofrecer una cobertura sanitaria adicional. Estos convenios se rigen por acuerdos con el Estado, lo que asegura que los servicios prestados cumplan con estándares de calidad y accesibilidad.

La clave de este modelo es que los funcionarios pueden elegir entre recibir atención médica a través de la red pública de salud o acceder a los servicios concertados por MUFACE. Esta elección no implica una privatización de la sanidad, sino una ampliación de opciones dentro de un marco regulado y supervisado por el sector público.

Los fondos que financian este sistema provienen de las aportaciones de los propios funcionarios y del Estado.

Es crucial destacar que MUFACE no busca competir con el sistema público de salud, sino complementarlo. Los funcionarios que optan por la modalidad concertada siguen contribuyendo al sostenimiento de la sanidad pública a través de sus impuestos y cotizaciones.

Este sistema alivia la carga de la red pública, permitiendo una mejor distribución de recursos y una atención más eficiente para todos los ciudadanos.

En resumen, MUFACE representa un modelo de sanidad concertada que combina lo mejor de ambos mundos: la garantía y regulación del sector público con la flexibilidad y agilidad de la iniciativa privada.

No se trata de privatizar la sanidad, sino de ofrecer alternativas que mejoren la calidad de vida de los funcionarios públicos sin comprometer los principios de universalidad y equidad que rigen nuestro sistema de salud”.

MUFACE cubre a cerca de dos millones de personas. ¿Qué ocurriría si  desapareciera y se tuvieran que incluir a estas personas en el sistema público de salud? ¿Hasta dónde llegarían las listas de espera?...