El miedo puede ser efectivo hasta que la persona toca fondo
Nadie que no haya sentido en su vida el desgarro interior ante un despido, o la angustia de no poder llegar a final de mes por mucho que se estire el salario o la pensión, nadie debería tener la posibilidad de tocar siquiera uno de los derechos laborales de las personas trabajadoras. Desde la seguridad del dinero, desde el poder de la mayoría absoluta y desde la insensibilidad que da la lejanía, se traman reformas laborales que destruyen vidas, ensombrecen horizontes despejados, multiplicando los sufrimientos y desazones entre los más débiles.
Hay que tener mucho cinismo para hablar de creación de empleo con una reforma laboral a la que el mismo Rajoy le pronostica un año sabático en sus efectos. Hay que tener poca vergüenza para “pretender frenar la sangría de la destrucción de puestos de trabajo”, como dice el diputado del PP Alfonso Candón, cuando se ofrece en bandeja a los empresarios un despido más fácil y más barato: en los contratos indefinidos, se pasa de los 45 días de indemnización por año trabajado a los 33 en los despidos improcedentes, y a los 20 en los procedentes por causas económicas, con 2 años de tope en los primeros, antes eran 4, y 1 año en los segundos.
Si el empresario “demuestra” caídas en sus ingresos y ventas en dos trimestres consecutivos, pueden convertir su empresa en un territorio comanche, descolgándose de los convenios colectivos y modificando las condiciones laborales, incluido el importe del salario. Se puede utilizar el absentismo laboral como causa de despido, obligar a los parados a realizar trabajos sociales, (destruyendo más puestos de trabajo) y tener un trabajador o trabajadora en período de prueba durante todo un año, en las empresas con menos de 50 trabajadores.
A todos estos atracos a los derechos laborales de la clase trabajadora, en el PP los disfrazan de “generar confianza en el empresariado”, “impulsar la creación de empleo de calidad” y “dar seguridad al que contrata y al contratado”. La prueba del algodón, sobre a quién beneficia esta reforma laboral, está en las reacciones de entusiasmo que ha despertado en los empresarios, en el Banco Central Europeo y hasta en la señora Merkel.
Para que aceptemos sumisamente esta nueva vuelta de rosca nos meten el miedo en el cuerpo, anunciando apocalípticos desastres y negando la existencia de alternativas reales que no quieren escuchar. El miedo puede ser efectivo hasta que la persona toca fondo, a partir de ahí suele convertirse en rabia, desesperación y, con frecuencia, explosión violenta. No lo olviden ustedes.
Desde el Foro Social llamamos a todos los hombres y mujeres con sentimiento de justicia y solidaridad a que, pacífica pero enérgicamente, nos opongamos a esta reformalLaboral que arrasa con muchos de nuestros derechos laborales. Estemos atentos a las convocatorias para movilizarnos masivamente y con decisión durante los próximos meses.
Nos lo exige la memoria de millones de hombres y mujeres que durante siglos han derrochado generosidad, ocupando calles y plazas con sus voces y su presencia, llenando cárceles, sufriendo torturas y derramando, muchos de ellos y ellas, su sangre para que, hasta ayer, pudiésemos gozar de unos derechos laborales que, desde hoy, con la Reforma laboral nos quieren robar. Por su recuerdo no lo vamos a consentir.