Al alba y con viento de levante... Es el inicio del relato de la “reconquista” del islote de Perejil que hizo en su día el insigne “¡manda huevos!” Federico Trillo, otrora ministro de Defensa y regalador de perlas y expresiones para la posteridad, como su moneda a la periodista que le hizo la pregunta “del millón”.
A él me ha recordado Juan Lanzas, el supuesto máximo conseguidor en la trama de los ERE fraudulentos, cuando ha dicho en el Parlamento que ni él era “el perejil de todas las salsas” ni su vida está llena de “andanzas”. Me pierdo, no sé si esto va de recetas o de conquistas. Entiendo que hay un proceso judicial de por medio, que no quieran que se “politicen” sus declaraciones en el Parlamento cuando la jueza Alaya escudriña hasta los periódicos Viva para meter una declaración en el sumario, e incluso que se tomen las cosas con la “guasa” de sentirse protagonistas o sufrir el protagonismo, que también les ocurrirá. Pero es que a veces me da la sensación de que la comisión es como un circo, pero no de los ostentosos como el Circo del Sol, sino de esos de carpas descoloridas, leones mimosos y mellados, y payasos que en vez de reír dan miedo. Como cuando entras en una tasca a la que le han dado una mano de pintura e intentan venderte el Bulli poniendo un perejil encima del trozo de bacalao sobre papel de estraza.
Chocante, todo es muy chocante. Y además, frustrante. Si de la parte política ya se esperaba que poco se iba a sacar porque casi todo está dicho -que se cree el PP que de Griñán o Chaves va a sacar más que lo que ya se sabe-, lo de los presuntos está siendo peor. De titulares, ocurrencias, algunas muy buenas, como las de Guerrero (“me tengo por una persona jovial pero ni soy un putero ni un drogadicto”), y otras penosas como la de Mellet, imputado en la petición de comisiones ilegales en Mercasevilla -origen de la investigación de todo este embrollo- que a estas alturas dijo que se sentía víctima de una “persecución personal”.
Vaguedades, insinuaciones que hay que interpretar, más condimentos para un puchero que tiene demasiada pringue pero muy poco sustento. Qué ganas tengo de que Alaya se recupere y termine de una vez la instrucción. Aunque si tiene que lidiar con recetas y reconquistas, entiendo que le duela la cabeza. Y hasta el estómago. n