El anuncio de que Esperanza Aguirre acepta la muy descafeinada comisión de investigación sobre el escándalo de los espionajes en la Comunidad de Madrid ha llegado justo en el momento en que el asunto se le escapaba de las manos...
El anuncio de que Esperanza Aguirre acepta la muy descafeinada comisión de investigación sobre el escándalo de los espionajes en la Comunidad de Madrid ha llegado justo en el momento en que el asunto se le escapaba de las manos. Ese movimiento era el mínimo, el único camino si no cesaba a sus números dos y tres o dimitía ella misma. En cualquier caso, la investigación en la Asamblea de Madrid le servirá para ganar tiempo a la espera de los resultados, pero también servirá para que el escándalo siga ocupando primeras planas durante no se sabe cuántas semanas, lo que en tiempos electorales puede ser simplemente letal para el PP. Las elecciones vascas y gallegas, a cuatro semanas, ya están machacadas por la situación interna del PP. Para las europeas faltan cuatro meses, por lo que ahí la batalla será para ver quién llega antes, si el hundimiento total de ese partido o el estallido de la economía española, que también podría suceder, a la vista de los datos, como el del paro de enero. Hasta ahora la economía no se ha llevado por delante a Zapatero, que sigue apareciendo como ganador en todas las encuestas (ayer la de La Razón).
Ganador, pero obviamente tocado por la crisis. Los sondeos arrojan pérdidas de votos y diputados para los dos partidos, pero el PSOE gana, por un margen igual o algo mayor que en los resultados del 9-M. La presente guerra política, como todas, es también una guerra electoral, de modo que en esa perspectiva hay que seguir contemplando políticamente la crisis económica, la crisis del PP y todos los grandes temas que vayan surgiendo. Lo que pase en la Asamblea de Madrid dependerá de las noticias que se vayan produciendo en torno a los espionajes, pero también de todo lo que ya se conoce y de la destreza de los tres partidos en el manejo de las investigaciones y del aprovechamiento político de las mismas. Sin olvidar el comportamiento de los medios de comunicación, que juegan y pueden seguir jugando un papel a veces casi decisivo, incluso en los enfrentamientos internos del PP reflejados en las posturas de los medios.