Elisa Rueda (Markina-Xemein, Vizcaya), lleva años alternando su labor docente con su tarea literaria y escenográfica. Profesora de euskera en un Instituto de Vitoria -donde reside desde hace años-, su devoción por la interpretación la ha llevado a formar parte de distintos grupos teatrales; además, en 2010, dio a la luz el que fuera su primer poemario, “Escalada libre”, un emotivo volumen, donde la autora vizcaína ofrecía una hilera de íntimos sentimientos y reflexiones sobre su condición femenina y su personal mirada lírica en torno al universo que envuelve su acontecer.
En el citado libro, anotaba: “Me siento marítima,/ oceánica,/ atlántica,/ arena, agua, roca,/ acantilado, orilla, horizonte, playa”. Y no era ésta, sino una de las diversas muestras en las que Elisa Rueda confesaba su proximidad y su complicidad con el agua, pues eran muchas otras las páginas que como un manantial inundabansu bautismo poético.
Ahora, su ritual acuífero, prosigue en “Cumpleaños en Salburua” (Caype. S.A. Gráficas Irudi. Vitoria, 2013), un bello álbum dedicado a los más pequeños.
Es Salburua un humedal vitoriano, cuya flora acuática destaca por la importante cantidad de especies que integran este privilegiado hábitat; por otra parte, su protección resulta de vital importancia para la conservación de sus distintas variedades autóctonas. Consta de dos lagunas principales, Arcaute y Betoño, y precisamente en esta última, se ubica y desarrolla esta aventura, o lo que es lo mismo, “una gran fiesta de cumpleaños”, a la que “todos los/ animales acuáticos/ están/ invitados./ Irene, el pez bermejuela,/ cumple un año más/ y con todos sus amigos, lo va a celebrar./ Ania, el hada del agua,/ su casa le va a prestar/ para que todos se diviertan/ sin parar”.
Elisa Rueda, ha moldeado un ameno relato en verso, en el que sus simpáticos protagonistas, Xabier, el tritón, Marisa, la rana verde, Arkaitz, el sapillo rojo, Merkel, el cangrejo, Iban, el galápago, Carlota, la nutria, -por cierto, una cantante excelente, que “vestida muy elegante/ la fiesta amenizará/ con un repertorio sin igual”-, Andrea, la culebra de collar…, darán vida e ilusión a esta particular fiesta acuática. La homenajeada Irene, antes de soplar sus velas, no dudará a la hora de pedir su deseo: “-¡Quiero que el agua/ sepamos cuidar/ y así nuestra vida/ feliz será!.”
Como epílogo, se detallan brevemente las principales características de los animales participantes en el festivo evento, y, en blanco y negro, se repiten las cromáticas y espléndidas ilustraciones de Vicente Perales, de modo que los peques puedan colorear a su modo y manera a los divertidos personajes de esta historia.
En el referido poemario, escribía Elisa Rueda:“Agua en calma/ que se deja llevar/ por el latido del día”. En estas aguas de Salburua, tan próximas a su corazón, late también el amor por un territorio entrañado y entrañable.
En sus versos, en la ternura de su relato, queda patente. Y en la cordial dedicatoria para los niños y niñas del Instituto Ekialdea, destinatarios de este encantador “Cumpleaños”.