Margarita Calderón la vecina de Cartaya que vive en el número cinco de la calle Sol y lleva ya dos años quejándose ante el Ayuntamiento de la localidad (gobernado por una coalición entre independientes, populares y andalucistas), por una casa en ruinas que se encuentra justo frente a la suya, defiende que sus quejas no son infundadas, sobre todo tras la respuesta que, a una denuncia suya, le remitió por escrito en mayo de 2013 el Distrito Sanitario Huelva-Costa, del Servicio Andaluz de Salud.
En dicho informe elaborado por la Unidad de Protección de Salud, y al que ha tenido acceso Viva, se asegura que tras la inspección realizada en el lugar por uno de sus técnicos en presencia de dos policías locales, ha quedado comprobado que la casa está abandonada junto a otras habitadas, teniendo medio techo derrumbado y la puerta abierta. En este sentido “supone un riesgo de derrumbe para las personas que transitan la calle” y para las que “habitan la zona”.
Con respecto a las condiciones higiénico-sanitarias del inmueble, el informe de la autoridad sanitaria es contundente al afirmar que en el interior “hay gran cantidad de basuras”, así como “gran cantidad de vegetación de difícil limpieza”, además de que “se aprecian insectos (moscas y avispas)” y hay “malos olores”. En este sentido, prosigue, “la falta de higiene y desinfección con acumulo de suciedad de restos de basuras y comidas, hace que sea motivo de mal olor y de un foco de parásitos, insectos y roedores, dando lugar a consecuencias molestas, insalubres y nocivas para la habitabilidad de las personas”, para concluir que “la posible presencia de animales sin control sanitario, ni identificación, podría dar lugar a enfermedades de tipo zoonósico e infecto contagioso para las personas”.
Finalmente, en el informe se hace constar que el mismo ha sido remitido al Ayuntamiento de Cartaya “para su conocimiento y efectos”, concluyendo que “se deberían aplicar medidas para mantener techos y paredes en buen estado, cerrada al público y no arrojar basuras” en su interior. No obstante, tras recibir dicho informe, Calderón acudió de nuevo al Ayuntamiento para hablar sobre el mismo “y allí nadie sabía nada porque nadie sabía quién lo había cogido” asevera.
Esta mujer de 68 años también afirma ser consciente de que el inmueble en cuestión es privado, y que por tanto es su propietario el responsable de mantenerlo en buenas condiciones, pero también está segura de que al no ser así, es el Ayuntamiento el que tiene que mediar para dar una solución al problema. Y es que según sus propias palabras, “en verano no se puede estar aquí por el mal olor y los niños que juegan por la zona y que salen y entran de la casa pueden coger infecciones”. Igualmente puntualiza que hay vecinos que en la casa “han matado culebras, y hay ratas y ratones. Yo tengo que tener mis puertas cerradas y echar productos como ‘Zotal’ porque esto es un peligro y no puede estar así”, concluye.
RECOGIDA DE FIRMAS
Tal es su desesperación, así como la de otros vecinos, que Margarita ha repartido por el barrio un pliego de firmas solicitando una solución, que por el momento ha sido suscrito por 77 vecinos y que en octubre registró en el Ayuntamiento junto con un escrito en el que detalla pormenorizadamente toda la situación y en el que sólo pide al equipo de Gobierno que “tome las medidas necesarias para que inicie las actuaciones para que se proceda a clausurar el estercolero en la calle Sol, número 6, y que se tomen las medidas necesarias para que no exista peligro”.