Ahora se acuerdan los políticos de lo mal que se han hecho las cosas con las grandes empresas, llámese Tabacalera, Delphi o el caso más reciente, Ikea...
Ahora se acuerdan los políticos de lo mal que se han hecho las cosas con las grandes empresas, llámese Tabacalera, Delphi o el caso más reciente, Ikea. En esta tierra no se pueden poner en marcha planes de reindustrialización si a cambio se regala el oro y el moro a las multinacionales que nunca han demostrado tener corazón porque, como debe ser, no lo tienen. Pero a falta de corazón de las grandes compañías, los ciudadanos esperan que los dirigentes políticos tengan cabeza, algo casi más difícil que lo primero. Altadis ha rebajado sus pretensiones y dejará la planta con 67 empleados. Una auténtica burla a toda la Bahía de Cádiz. Los políticos ayer no se atrevían a decirlo, pero la realidad es que mantener 150.000 metros cuadrados para que 67 personas no pierdan su puesto de trabajo es una hipoteca que esta tierra no puede afrontar. No se trata de que se marchen a la calle, pero sí de que los ayuntamientos, la Diputación y la Junta le comuniquen a la gran multinacional (antiguamente española, después francoespañola y finalmente británica) que no se permitirán tomaduras de pelo en los tiempos que corren. Todos apuestan por mantener la actividad industrial, además de que es así como queda recogido en un PGOU que, por tardar tanto, ni si quiera ha previsto que Altadis en un par de años ya no estará en la Bahía. Y debe mantenerse esta actividad, pero ¿cuál será? ¿67 personas haciendo cigarros? ¿El Ayuntamiento, la Zona Franca, la Junta...? Si ni siquiera el Estado tendrá el valor de negarle el ERE a Altadis cuando es una empresa que no está en crisis, que ha ganado un 6,3% más en 2008. Con este panorama se debería argumentar que la situación actual no es la más adecuada para actos de desprecio como el de Altadis, que para colmo podrá hacer negocio con el suelo que todos los gaditanos les vendieron hace muchos años. Que se haya rechazado una expropiación, basada por ejemplo en que la crisis hace que muchas familias pasen hambre, demuestra la falta de coraje de nuestros dirigentes. Y con personas así, pocas cosas se pueden arreglar.